Presentación de lujo ofrece ópera “Turandot” del Met en el Teatro Nescafé de las Artes

Juan González | Agencia Uno
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La soprano dramática sueca, Nina Stemme, una superdotada cantante de impresionante registro, interpretó en forma brillante el rol protagónico de Turandot, la princesa orgullosa de la antigua China, cuyos enigmas condenan a cada pretendiente que busca su mano, en la ópera de Giacomo Puccini, que se ofreció vía satélite, en el Teatro Nescafé de las Artes, desde el Metropolitan de Nueva York.

“Turandot” fue la última ópera que escribió Giacomo Puccini, aunque quedó inconclusa debido al fallecimiento del compositor. La obra se estrenó el 25 de abril de 1926 en La Scala de Milán. En aquella ocasión, el director Arturo Toscanini detuvo a la orquesta en la escena de la muerte de Liù y se dirigió al público diciéndoles: “Aquí se acaba la ópera del maestro, es en esta página cuando murió”. El resto de la ópera fue completada, a partir de bocetos, por Franco Alfano, que respetó las ideas de Puccini.

La historia nos traslada a la antigua China, donde la Princesa Turandot dictaminó que únicamente contraería matrimonio con aquel que consiguiera averiguar los tres enigmas que ella propondría. El castigo por no descubrir las respuestas era la decapitación. Tras varias ejecuciones, se presenta ante ella un nuevo pretendiente, el incógnito príncipe Calaf, dispuesto a arriesgar su vida por conseguir el amor de la bella princesa.

La presente versión tuvo caraccterísticas espectaculares. La producción de un director de escena del elevado prestigio como el del conocido Franco Zefirelli, brindó una calidad visual estupenda y mereció los reiterados aplausos con que la recogio el público del Metropolitan. En general fue un espectáculo de perfección tal, que seguramente quedará catalogado como uno de los mejores que han llegado al importante escenario neoyorquino.

El tenor italiano Marco Berti encarnó a Calaf, el enamorado pretendiente que gana el amor de la esquiva princesa. En el segundo acto, cuando aparece Turandot y Nina Stemme enfrenta al público, ella junto a su osado pretendiente, un tenor que también impone su voz, además de potente muy melodiosa y ambos, brindan un instante sublime por largos minutos, en el segmento más importante de la obra.

Esta versión también contó con la participación de la soprano rumana Anita Hartig, en el rol de la sufrida esclava Liú. Ella emociona con su voz dominada por la creciente emoción que experimenta al posesionarse totalemente de su personaje.

El director milanés Paolo Carignani, condujo con gran prestancia a la sólida orquesta del Metropolitan, cuyo coro,fue también un importante protagonista de la ópera, al igual que el bajo ucraniano Alexander Tsymbalyuk, como el ciego depuesto príncipe tártaro Timur, padre de Calaf, en convincente presentación y los integrantes del trío de Ministros, el barítono Dwayne Croft, como Ping y los tenores Tony Stevenson como Pang y Eduardo Valdés, como Pong.

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La soprano dramática sueca, Nina Stemme, una superdotada cantante de impresionante registro, interpretó en forma brillante el rol protagónico de Turandot, la princesa orgullosa de la antigua China, cuyos enigmas condenan a cada pretendiente que busca su mano, en la ópera de Giacomo Puccini, que se ofreció vía satélite, en el Teatro Nescafé de las Artes, desde el Metropolitan de Nueva York.

“Turandot” fue la última ópera que escribió Giacomo Puccini, aunque quedó inconclusa debido al fallecimiento del compositor. La obra se estrenó el 25 de abril de 1926 en La Scala de Milán. En aquella ocasión, el director Arturo Toscanini detuvo a la orquesta en la escena de la muerte de Liù y se dirigió al público diciéndoles: “Aquí se acaba la ópera del maestro, es en esta página cuando murió”. El resto de la ópera fue completada, a partir de bocetos, por Franco Alfano, que respetó las ideas de Puccini.

La historia nos traslada a la antigua China, donde la Princesa Turandot dictaminó que únicamente contraería matrimonio con aquel que consiguiera averiguar los tres enigmas que ella propondría. El castigo por no descubrir las respuestas era la decapitación. Tras varias ejecuciones, se presenta ante ella un nuevo pretendiente, el incógnito príncipe Calaf, dispuesto a arriesgar su vida por conseguir el amor de la bella princesa.

La presente versión tuvo caraccterísticas espectaculares. La producción de un director de escena del elevado prestigio como el del conocido Franco Zefirelli, brindó una calidad visual estupenda y mereció los reiterados aplausos con que la recogio el público del Metropolitan. En general fue un espectáculo de perfección tal, que seguramente quedará catalogado como uno de los mejores que han llegado al importante escenario neoyorquino.

El tenor italiano Marco Berti encarnó a Calaf, el enamorado pretendiente que gana el amor de la esquiva princesa. En el segundo acto, cuando aparece Turandot y Nina Stemme enfrenta al público, ella junto a su osado pretendiente, un tenor que también impone su voz, además de potente muy melodiosa y ambos, brindan un instante sublime por largos minutos, en el segmento más importante de la obra.

Esta versión también contó con la participación de la soprano rumana Anita Hartig, en el rol de la sufrida esclava Liú. Ella emociona con su voz dominada por la creciente emoción que experimenta al posesionarse totalemente de su personaje.

El director milanés Paolo Carignani, condujo con gran prestancia a la sólida orquesta del Metropolitan, cuyo coro,fue también un importante protagonista de la ópera, al igual que el bajo ucraniano Alexander Tsymbalyuk, como el ciego depuesto príncipe tártaro Timur, padre de Calaf, en convincente presentación y los integrantes del trío de Ministros, el barítono Dwayne Croft, como Ping y los tenores Tony Stevenson como Pang y Eduardo Valdés, como Pong.