El Banco de Japón (BoJ) sorprendió al anunciar este viernes la instauración de tipos de interés negativos para intentar relanzar la inflación y, al mismo tiempo, postergó seis meses la fecha límite que se impuso para alcanzar su objetivo de un alza de los precios del 2%.

El banco central nipón estableció su tasa de depósitos a un día en -0,1%, una herramienta que consiste en penalizar a los bancos poco proclives a realizar préstamos. En teoría, esta reducción debería estimular el crédito y, por tanto, la actividad económica.

Esta medida, adoptada por cinco votos a favor contra cuatro, entrará en vigor a partir del 16 de febrero y podría ampliarse “si se considera necesario”, precisó la institución en un comunicado.

En junio de 2014, el Banco Central Europeo (BCE) se convirtió en el primer gran banco central del mundo en experimentar los tipos negativos, imitando así la política seguida por otros bancos centrales más pequeños como los de Dinamarca o Suiza.

El comité de política monetaria del BOJ recondujo también su programa de compra de activos, a razón de 80 billones de yenes anuales (unos 600.000 millones de euros, 670.000 millones de dólares), que sigue sin cambios desde finales de octubre de 2014.

El banco central explicó que decidió acelerar la marcha vista “la volatilidad de los mercados financieros mundiales, en un contexto de descenso continuado de los precios del petróleo y de incertidumbre en los países emergentes y exportadores de materias primas, particularmente en China”.

La recuperación económica se mantiene débil en el archipiélago. Según las estadísticas publicadas por el gobierno horas antes, la inflación era casi nula en diciembre (+0,1%), el consumo de los hogares acentuó su retroceso (-4,4% interanual), al igual que la producción industrial (-1,4% respecto al mes anterior).

Las exportaciones, por su parte, carecen de vigor debido a la desaceleración de la economía china, uno de los principales socios comerciales de Japón.

Tras unos inicios alentadores, los efectos de la política de estímulo del primer ministro japonés, Shinzo Abe, se desinflaron y las críticas se multiplicaron contra unas reformas estructurales consideradas insuficientes.

Como pieza clave de esta estrategia denominada “Abenomics”, el banco central, bajo el impulso de su gobernador Haruhiko Kuroda, reformó profundamente en abril de 2013 la política monetaria, al establecer un objetivo de inflación del 2% a través de un vasto programa de “expansión cualitativa y cuantitativa” (QQE).

El BoJ espera ahora alcanzar este objetivo entre abril y septiembre de 2017. Hasta el momento, el límite estaba fijado en el semestre anterior, pero los precios del crudo continuaron retrocediendo.

Asimismo, la institución monetaria nipona redujo su previsión de inflación para el período de abril de 2016 a marzo del 2017, del 1,4% al 0,8%.