‘Star Wars 7’ sin spoilers: una nueva esperanza, con su buena dosis de nostalgia

Darth Vader, Star Wars (c)
Darth Vader, Star Wars (c)
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Cómo escribir de ‘Star Wars 7’ sin adelantar nada, sin quedar calidad de indeseable spoiler o aguafiestas, y sobre todo, sin romper el hechizo de los millones de espectadores que quieren llegar virgenes a la proyección y consumar así, enfundados en un par de anteojos 3D y en una cama nupcial del porte de una pantalla Imax, este nuevo matrimonio con la saga mítica por excelencia del cine contemporáneo?

por René Naranjo S.

Para comentar ‘Star Wars 7: El Despertar de la Fuerza’ sin spoilers, remitámonos a la información que ya nos han proporionado los trailers elaborados por los estudios Disney. Sabemos que todo transcurre en una galaxia muy lejana, hace mucho tiempo, unos 30 años después de la batalla final de ‘El retorno del Jedi’, película estrenada en 1983 y que era la más débil, dramática y cinematográficamente, de la primera trilogía.

Sabemos también que en este ‘Despertar de la Fuerza’ regresan al menos dos de los protagonistas de esa trilogía original, génesis de la mitología: Han Solo (un maduro Harrison Ford) y la princesa Leia (la mismísima Carrie Fisher). Con ellos y con Chewbacca viene garantizada la nostalgia, transportada en un resucitado Halcón Milenario y muy necesaria para captar a quienes vibraron con la primera película.

Otras informaciones que los realizadores han anticipado en estas sinopsis revelan un stormtrooper de raza negra en crisis de convicciones (John Boyega), una osada chica con actitud guerrera (Daisy Ridley), un émulo de Darth Vader vestido enteramente de negro y con máscara que amplifica su voz, que habita en el Lado Oscuro de la Fuerza (Adam Driver), un desafiante piloto que estaría del lado de los buenos (Oscar Isaac, el mismo de ‘Balada de un hombre común’) y, cómo no, un simpático droide estilo R2D2 chico, que tiene cuerpo de pelota y se desplaza como tal por un planeta desértico en el que, sospechamos, no deben pasar demasiadas cosas buenas.

Lo que se esconde al espectador es por cierto, qué pasó con Luke Skywalker (Mark Hamill), y, lo más importante, cuáles son las relaciones que unen y desunen a esta nueva generación de personajes galácticos. Quién tiene lazos con quién, quién ha traicionado a quién, quién está más cerca de la luz y quién de la oscuridad, que al final de eso se trata en buena parte esta historia.
De eso no diremos nada. De lo que sí se puede escribir es de la forma cómo encara esta nuevo comienzo el director de la cinta, J.J. Abrams, y todo el equipo realizador.

Parque de diversiones interplanetario

J.J. Abrams, que a los 49 años de edad ya le dio oxígeno del bueno a la saga de ‘Star Trek’, enfrenta esta séptima entrega de ‘Star Wars’ justamente así, como un nuevo capítulo de un relato mayor, una historia ancestral de contornos legendarios y en el cual entran y salen personajes y acontecimientos. Luego, y bien apoyado en un sólido guión del experimentado Lawrence Kasdan (guionista de ‘El imperio contraataca’ y ‘El retorno del jedi’), asume la película como un gran parque de diversiones interplanetario, que debe atrapar al espectador desde el primer al último minuto, con momentos intensos y crispados y otros de humor y relajo, pero siempre en plan de entretención, a riesgo de quedarse en lo superficial.

Estamos en el cine y el cine -por citar una célebre película francesa de los años 60- ‘es como un campo de batalla, es amor, odio, acción, violencia, muerte. En una palabra, emoción’.
Y en ese devenir de situaciones cambiantes, de relaciones entre los personajes que sufren giros, de tiroteos fugaces y batallas a gran escala, en un arco emocional que transita entre la desazón y la esperanza, se desarrolla esta película que tiene muy entre ceja y ceja la primera película de la saga, ‘La guerra de las galaxias’ (1977), esa que conquistó al mundo y abrió una nueva etapa en la historia industrial del cine, y de la cual, por motivos nunca del todo confesados, George Lucas se apartó tanto en el diseño y confección de su segunda trilogía.
Esa cinta original, con su aura intransable de matiné y su afán de entretener y contar una historia sin dictar cátedra, es el modelo formal de este ‘Despertar de la Fuerza’. Y digamos que, en la mayor parte de la cinta, esta apuesta está bien lograda.


A diferencia de varios de sus protagonistas, ’Star Wars 7’ es una película que tiene claro de donde viene y para donde va. Está aquí el deseo de cautivar de nuevo al público con un relato evocador, de recuperar sus miradas sobre la pantalla y que no haya tiempo ni ganas de mirar el celular; de sacar lo mejor de las historias pasadas, de sintonizar con las pulsiones de los millennials y volver a creer en el poder del cine como el arte de la luz y la sombra.


En el plano artístico y técnico, la colaboración de John Williams a cargo de la música original (con los cornos como gran recurso y que suenan, sin embargo, algo redundantes) sigue siendo uno de los pilares, tal como la impecable edición sonora y visual.

El diseño de producción es brillante y por momentos, asombroso, y cada uno de los 135 minutos de duración está producido con la clara conciencia de estar haciendo un largometraje que será visto muchas veces por millones de personas en todo el mundo y que tendrá en la nostalgia un efectivo gancho comercial.
Y un dato para los amantes del cine de autor: Atentos a la aparición del gran actor Max von Sydow, que completa aquí una impensada hazaña profesional, como es haber protagonizado clásicos absolutos como ‘El séptimo sello’ (1957) y ‘La fuente de la doncella’ (1959), ambas bajo las órdenes de Ingmar Bergman, y ahora formar parte de la que debiera convertirse en la película más vista y recaudadora de la historia del cine.

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Cómo escribir de ‘Star Wars 7’ sin adelantar nada, sin quedar calidad de indeseable spoiler o aguafiestas, y sobre todo, sin romper el hechizo de los millones de espectadores que quieren llegar virgenes a la proyección y consumar así, enfundados en un par de anteojos 3D y en una cama nupcial del porte de una pantalla Imax, este nuevo matrimonio con la saga mítica por excelencia del cine contemporáneo?

por René Naranjo S.

Para comentar ‘Star Wars 7: El Despertar de la Fuerza’ sin spoilers, remitámonos a la información que ya nos han proporionado los trailers elaborados por los estudios Disney. Sabemos que todo transcurre en una galaxia muy lejana, hace mucho tiempo, unos 30 años después de la batalla final de ‘El retorno del Jedi’, película estrenada en 1983 y que era la más débil, dramática y cinematográficamente, de la primera trilogía.

Sabemos también que en este ‘Despertar de la Fuerza’ regresan al menos dos de los protagonistas de esa trilogía original, génesis de la mitología: Han Solo (un maduro Harrison Ford) y la princesa Leia (la mismísima Carrie Fisher). Con ellos y con Chewbacca viene garantizada la nostalgia, transportada en un resucitado Halcón Milenario y muy necesaria para captar a quienes vibraron con la primera película.

Otras informaciones que los realizadores han anticipado en estas sinopsis revelan un stormtrooper de raza negra en crisis de convicciones (John Boyega), una osada chica con actitud guerrera (Daisy Ridley), un émulo de Darth Vader vestido enteramente de negro y con máscara que amplifica su voz, que habita en el Lado Oscuro de la Fuerza (Adam Driver), un desafiante piloto que estaría del lado de los buenos (Oscar Isaac, el mismo de ‘Balada de un hombre común’) y, cómo no, un simpático droide estilo R2D2 chico, que tiene cuerpo de pelota y se desplaza como tal por un planeta desértico en el que, sospechamos, no deben pasar demasiadas cosas buenas.

Lo que se esconde al espectador es por cierto, qué pasó con Luke Skywalker (Mark Hamill), y, lo más importante, cuáles son las relaciones que unen y desunen a esta nueva generación de personajes galácticos. Quién tiene lazos con quién, quién ha traicionado a quién, quién está más cerca de la luz y quién de la oscuridad, que al final de eso se trata en buena parte esta historia.
De eso no diremos nada. De lo que sí se puede escribir es de la forma cómo encara esta nuevo comienzo el director de la cinta, J.J. Abrams, y todo el equipo realizador.

Parque de diversiones interplanetario

J.J. Abrams, que a los 49 años de edad ya le dio oxígeno del bueno a la saga de ‘Star Trek’, enfrenta esta séptima entrega de ‘Star Wars’ justamente así, como un nuevo capítulo de un relato mayor, una historia ancestral de contornos legendarios y en el cual entran y salen personajes y acontecimientos. Luego, y bien apoyado en un sólido guión del experimentado Lawrence Kasdan (guionista de ‘El imperio contraataca’ y ‘El retorno del jedi’), asume la película como un gran parque de diversiones interplanetario, que debe atrapar al espectador desde el primer al último minuto, con momentos intensos y crispados y otros de humor y relajo, pero siempre en plan de entretención, a riesgo de quedarse en lo superficial.

Estamos en el cine y el cine -por citar una célebre película francesa de los años 60- ‘es como un campo de batalla, es amor, odio, acción, violencia, muerte. En una palabra, emoción’.
Y en ese devenir de situaciones cambiantes, de relaciones entre los personajes que sufren giros, de tiroteos fugaces y batallas a gran escala, en un arco emocional que transita entre la desazón y la esperanza, se desarrolla esta película que tiene muy entre ceja y ceja la primera película de la saga, ‘La guerra de las galaxias’ (1977), esa que conquistó al mundo y abrió una nueva etapa en la historia industrial del cine, y de la cual, por motivos nunca del todo confesados, George Lucas se apartó tanto en el diseño y confección de su segunda trilogía.
Esa cinta original, con su aura intransable de matiné y su afán de entretener y contar una historia sin dictar cátedra, es el modelo formal de este ‘Despertar de la Fuerza’. Y digamos que, en la mayor parte de la cinta, esta apuesta está bien lograda.


A diferencia de varios de sus protagonistas, ’Star Wars 7’ es una película que tiene claro de donde viene y para donde va. Está aquí el deseo de cautivar de nuevo al público con un relato evocador, de recuperar sus miradas sobre la pantalla y que no haya tiempo ni ganas de mirar el celular; de sacar lo mejor de las historias pasadas, de sintonizar con las pulsiones de los millennials y volver a creer en el poder del cine como el arte de la luz y la sombra.


En el plano artístico y técnico, la colaboración de John Williams a cargo de la música original (con los cornos como gran recurso y que suenan, sin embargo, algo redundantes) sigue siendo uno de los pilares, tal como la impecable edición sonora y visual.

El diseño de producción es brillante y por momentos, asombroso, y cada uno de los 135 minutos de duración está producido con la clara conciencia de estar haciendo un largometraje que será visto muchas veces por millones de personas en todo el mundo y que tendrá en la nostalgia un efectivo gancho comercial.
Y un dato para los amantes del cine de autor: Atentos a la aparición del gran actor Max von Sydow, que completa aquí una impensada hazaña profesional, como es haber protagonizado clásicos absolutos como ‘El séptimo sello’ (1957) y ‘La fuente de la doncella’ (1959), ambas bajo las órdenes de Ingmar Bergman, y ahora formar parte de la que debiera convertirse en la película más vista y recaudadora de la historia del cine.