La policía británica abandonó desde este lunes la vigilancia constante de la embajada ecuatoriana de Londres tras más de tres años, aunque mantiene su intención de detener a Julian Assange si la abandona.

Simultáneamente, el gobierno británico convocó una vez más al embajador ecuatoriano Carlos Abad para reprocharle que mantengan al fundador de Wikileaks en la embajada. 

La policía “retiró la presencia física de agentes fuera de la embajada”, dijo la policía en un comunicado, aunque “sigue comprometida en ejecutar la orden de arresto” del fundador de Wikileaks.

“Ha pasado un tiempo significativo desde que Julian Assange entró en la embajada y, pese a los esfuerzos de mucha gente, no hay perspectivas inmediatas de una resolución legal o diplomática de este asunto”, añadió.

El periodista australiano, reclamado como sospechoso de varios delitos sexuales contra dos mujeres en Suecia, está refugiado desde junio de 2012 en la embajada ecuatoriana en Londres, en el barrio de Knightsbridge.

El australiano teme que una vez en Suecia sea extraditado a Estados Unidos por la publicación de cientos de miles de documentos confidenciales del gobierno estadounidense a través de Wikileaks.

“Aunque ninguna táctica garantiza el éxito si Julian Assange abandona la embajada, la policía desplegará un cierto número de tácticas encubiertas y descubiertas para detenerlo”, agregó el comunicado. 

“Como todos los servicios públicos, los recursos de la policía son finitos”, alega el texto, en referencia velada al alto coste de haber mantenido un dispositivo permanente ante la legación ecuatoriana.

Según Wikileaks, el precio de la vigilancia constante ha sido hasta ahora de unos 12,6 millones de libras (19,3 millones de dólares y 17 de euros).

Frustración británica

 

El alto coste de la vigilancia y la aparente falta de avances para resolver la situación, llevó al ministerio de Relaciones de Exteriores británico a convocar este lunes al embajador ecuatoriano Carlos Abad.

“El jefe del Servicio diplomático, Simon McDonald, convocó hoy (12 de octubre) al embajador ecuatoriano para notificarle una vez más nuestra profunda frustración” por el encierro de Assange, afirmó el ministerio en un comunicado.

“El Reino Unido ha sido absolutamente claro desde junio de 2012 en que tenemos la obligación legal de extraditar a Assange a Suecia. La obligación se mantiene hoy”, concluyó

Suecia está a la espera de concretar antes de final de año un acuerdo judicial de cooperación con Ecuador, que permitiría que la justicia interrogue Assange en la embajada.

En los tres años que lleva en la legación, parte de los delitos de los que es sospechoso prescribieron, aunque la denuncia de violación presentada por otra mujer continúa vigente.

La embajada ecuatoriana es pequeña, ocupa un par de pisos en una lujosa zona, cerca de los famosos almacenes Harrods, pero recibe poca luz porque una gran parte da a un callejón sombrío. 

Además, Wikileaks ha denunciado repetidamente que las comunicaciones de Assange están siendo espiadas. 

La habitación en la que vive está dividida en una oficina y una sala de estar. Tiene una cinta para hacer ejercicio, una ducha, un microondas y una lámpara de rayos ultravioleta. 

Hay unos balcones a los que Assange se ha asomado sólo en unas pocas ocasiones, porque teme por su seguridad. “Hay temas de seguridad con el balcón. Ha habido amenazas de bomba y de asesinatos de varias personas”, explicó recientemente en una entrevista.