Aunque la fiscalía de México concluyó el año pasado que los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa fueron incinerados en un basurero, un documento oficial revela que un presunto sicario confesó que al menos nueve jóvenes fueron asesinados en otro lugar, contradiciendo la versión oficial.

La fiscalía general publicó en su página web el domingo el expediente de su pesquisa controvertida de 54.000 hojas, 85 tomos y 13 anexos, en una práctica inusual en México, cuyas autoridades suelen mantener hermetismo casi total en sus investigaciones.

En una revisión realizada a cientos de páginas, la AFP encontró contradictorias declaraciones de algunos de los más de 100 detenidos, entre los que figuran policías e integrantes del cártel narcotraficante Guerreros Unidos.

Arely Gómez, procuradora general de la República, anunció la publicación del expediente, luego de que una periodista independiente logró hace meses que el Instituto Nacional de Transparencia ordenara a la fiscalía darle acceso al documento.

Tras el brutal ataque de policías contra los estudiantes cometido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, el entonces procurador, Jesús Murillo Karam, concluyó que los jóvenes habían sido detenidos y entregados a integrantes de Guerreros Unidos.

De acuerdo con las conclusiones oficiales, los estudiantes habrían sido llevados al basurero del vecino Cocula, a 240 km de la Ciudad de México, donde los sicarios les habrían asesinado e incinerado por pensar que se trataba de integrantes de un cártel enemigo.

Los padres de los jóvenes siempre han rechazado esta versión de los hechos.

Matanza en el cerro

Sin embargo, en una declaración del sicario Marco Antonio Ríos Berber, esa fatídica noche un individuo apodado “El Chuky” (prófugo), quien fungía como jefe de los pistoleros de Guerreros Unidos, habría llevado a tres estudiantes a Pueblo Viejo, un paradero en la periferia de Iguala que conduce a un cerro de tupida vegetación.

Antes de subir, “El Chucky” habría ordenado a Ríos Berber ir a comprar diesel. “Como a los 20 minutos regresé (…) ya había matado a los tres” de un tiro en la cabeza, declaró el sicario detenido, a quien su jefe ordenó hacer una fosa.

Con otros miembros del cartel “los echaron al hoyo, (El Chuky) roció los cuerpos con diesel hasta que se calcinaron”, luego llegó al mismo lugar una camioneta en la que los delincuentes traían a otros 10 jóvenes, señaló Ríos Berber.

“Yo les disparé a dos en la cabeza”, declaró. En total mataron e incineraron a otros seis.

Los otros cuatro jóvenes fueron golpeados hasta quedar inconscientes, amarrados y abandonados en ese lugar, declaró el sicario que dijo haberse ido a dormir a su casa a las 03H00 de la madrugada, sin saber que pasó con los demás jóvenes.

Una fuente de la fiscalía negó que haya contradicciones y afirmó que el posible asesinato en Pueblo Viejo “es una línea de investigación más”.

“La hipótesis del basurero es la más contundente derivada de los testimonios, de las confesiones, y de las análisis periciales (…) en geología, en incendios”, indicó la fuente.

En octubre de 2014, la fiscalía dijo que un pistolero había confesado que 17 estudiantes habían sido asesinados y quemados en Pueblo Viejo, donde se hallaron 28 cuerpos en fosas pero cuyas pruebas de ADN no correspondían a los 43 estudiantes.

15 muertes por asfixia

El expediente contiene también algunas contradicciones de sicarios que confesaron que los jóvenes fueron asesinados en el basurero de Cocula.

Mientras un testigo dice que a ese lugar llevaron a cerca de 30 jóvenes, otro señala que habrían sido 40 estudiantes.

Estos sicarios relatan que las víctimas fueron transportadas en un camión de redilas en el que iban apiladas una encima de otra, y aseguraron que se escuchaban gritos de auxilio porque se estaban asfixiando.

Cuando llegaron al basurero “ya había como 15 muertos por asfixia”, declaró Jonathan Osorio Cortés alias “El Jona”, quien recuerda que cuando empezaron a bajar a los estudiantes del camión los iban matando de un balazo en la cabeza.

En esos últimos momentos algunos jóvenes señalaron a dos de sus compañeros como “infiltrados de los rojos”, el cártel antagónico de Guerreros Unidos.

Mataron a otros estudiantes a golpes en la cabeza con un tronco de madera, añade.

Sus cuerpos habrían sido quemados durante 15 horas en ese lugar y las cenizas depositadas en ocho bolsas negras de basura que luego fueron arrojadas a un río.

Las autoridades han identificado plenamente con pruebas ADN de restos óseos a uno se los estudiantes, mientras que un segundo joven ha sido identificado de manera parcial.