Aprender a escuchar las emociones es el primer paso para tener una alimentación saludable, ya que en caso de no hacerlo, podría llevar a las personas a aumentar de peso en lugar de nutrir el organismo.

El hambre fisiológica se experimenta aproximadamente cada cuatro horas y funciona como una alerta que da el organismo para saber que debemos ingerir algún alimento.

Sin embargo, también existe el hambre emocional, la que ocurre cuando las personas malinterpretan o no logran conectar de manera correcta con sus emociones, pudiendo generar que la persona coma más de la cuenta, sobre todo alimentos ricos en grasas o azúcares refinadas.

“A diferencia del hambre fisiológica, el hambre emocional surge de manera repentina y demanda al organismo satisfacer esa necesidad con un alimento específico, que por lo general suele estar asociado a dulces, papas fritas, golosinas, pasteles o comida chatarra, ricos en hidratos de carbono y grasas. Generalmente se presenta en situaciones de estrés o tristeza, pero sin duda el estado de ánimo que más prevalece es el aburrimiento. Por ello, es necesario tomar conciencia sobre el control de nuestros sentimientos para mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestro entorno”, destaca Rinat Ratner, nutricionista y asesora del programa “Vivir Bien” de Sodexo Servicios de Beneficios e Incentivos.

A continuación, Sodexo, a través de su programa “Vivir Bien”, entrega simples consejos que ayudarán a mejorar la alimentación en situaciones donde priman las emociones:

1. Evite los ayunos prolongados, lo ideal es comer con una diferencia de cuatro horas entre cada comida.

2. Incorpore una o dos colaciones saludables, una a media mañana entre el desayuno y el almuerzo, y una a media tarde, entre el almuerzo y la once. Esta colación puede ser un yogurt descremado sin azúcar o una fruta.

3. A media mañana se recomienda consumir uno de los siguientes alimentos: leche cultivada o yogurt descremado sin azúcar, helado bajo en grasas sin azúcar, quesillo, huevo o una fruta.

4. En el almuerzo elija alimentos ricos en proteína y fibra, como las carnes magras, aves sin cuero, pescado, verduras, cereales integrales, pasta y arroz.

5. Evite los alimentos ricos en grasa como productos de pastelería o golosinas, puesto que además de no nutrir no saciarán su apetito.

6. Es importante tomar un minuto para evaluar las reales necesidades antes de comer.

7. Beba abundante agua, esta baja considerablemente la sensación de ansiedad.

8. Incorpore a su rutina diaria alguna actividad física, aproveche las escaleras, camine después de la hora de almuerzo o intente trasladarse en bicicleta a su lugar de trabajo.

Con estos simples consejos, las personas ya pueden ser capaces de diferenciar entre ambos tipos de apetito, tener conciencia de la alimentación que llevan y cambiar sus actuales hábitos para tener una vida cada día más saludable.