Después de tres años y medio de estancamiento, el XV de Francia de Philippe Saint-André se aferra a la Copa del Mundo y su magia para despertar, con el objetivo de volver a competir con los mejores, como en 2011, cuando fue finalista ante Nueva Zelanda. 

Fue el último capítulo de la particular historia que une al equipo francés con la Copa del Mundo, salpicada de increíbles actuaciones que han quedado grabadas en la memoria colectiva de este deporte.

Es en estos partidos a vida o muerte cuando el equipo francés ofrece sus mejores actuaciones, desafiando cualquier pronóstico.

Los All Blacks de 1999 y 2007 fueron víctimas de equipos franceses que parecían moribundos. En 2011 temblaron en la final, pero se acabaron imponiendo por un punto (8-7) en el Eden Park de Auckland.

Unas semanas antes, el equipo europeo había perdido 19-14 ante Tonga y parecía un grupo muerto, sin capacidad de reacción, antes de protagonizar una remontada para el recuerdo.

¿Cuatro años después hay razones para creer que el XV de Francia pueda reeditar aquella actuación? No demasiadas, visto el triste balance del equipo de Philippe Saint-André: 21 derrotas, 2 empates y 16 victorias.

Pobre balance

Por primera vez, el equipo francés afrontará una Copa del Mundo sin haber ganado el Torneo de las Seis Naciones en los años precedentes. Su balance es desconsolador: Ha finalizado cuarto en 2012, 2014 y 2015, y último en 2013.

En este periodo, los Bleus no han sido capaces de batir a Nueva Zelanda (4 derrotas), Sudáfrica (1 derrota), Irlanda (2 derrotas, 2 empates) e incluso Gales (4 derrotas). El balance es algo mejor ante Inglaterra (4 derrotas, 2 victorias) y Australia (3 derrotas, 2 victorias).

En el lado positivo, Francia se ha permitido el lujo de tener dos meses completos de preparación, para optimizar el potencial físico y técnico de sus jugadores. Algo que parece que empieza a dar resultados, ya que ganó 25-20 a Inglaterra hace dos semanas.

Además, los Bleus se beneficiarán de un sorteo clemente y jugarán en un grupo abordable junto a Irlanda, Canadá, Italia y Rumanía.

Es el momento de que la generación de Yoann Maestri, Wesley Fofana, Rabah Slimani y Eddy Ben Arous confirme la teoría del eterno retorno y Francia vuelva a brillar en un Mundial.