Allende mi abuelo Allende: un documental lúcido de una humanidad conmovedora

Allende mi abuelo Allende, MiraDoc (c)
Allende mi abuelo Allende, MiraDoc (c)
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Un emotivo documental que trasciende con creces la figura de Salvador Allende.

El ex-presidente todavía despierta pasiones y genera controversias. Pero la mirada de Marcia Tambutti, nieta de Allende, y su equipo es de una humanidad e ingenuidad-curiosidad (en el mejor sentido de estas palabras), de una transparencia, conmovedora.

Tambutti busca, a través de los testimonios de sus familiares y de los registros visuales a su abuelo, al ser humano. Quiere saber cómo era en familia, cómo combinaba su vida pública con su vida privada.Tambutti quiere, en el proceso del documental, a su abuelo, quiere un abuelo más allá del afiche, del discurso, del eslogan.

En esa búsqueda, insistente y perseverante pero profundamente respetuosa, Marcia Tambutti devela los traumas existentes en esta familia marcada por la política, las tragedias y las infidelidades de Allende.

Allende mi abuelo Allende es un documental que admite múltiples miradas y enfoques, con muchas capas de lectura. De todas ellas, en lo personal, más allá de la figura de Allende, me cautiva el proceso de abordaje de los traumas existentes a nivel familiar en torno a éste, cómo los va develando y el proceso mismo que Marcia Tambutti va realizando en lo personal (y en su familia). Cómo, más allá de lo teórico, ella hace un paralelo entre la figura pública y la vida privada de Allende y su proceso entre esta figura “estática” de su abuelo y su humanización que significa un proceso personal pero también familiar de búsqueda y superación.

En este punto vale la siguiente cita: “Mi familia no quería hablar de este tema, porque era muy doloroso; mientras que para mí lo doloroso era no hablar del tema.” (La niña liberada, pp 163, Iskra Pavez Soto, Editorial Forja).

De la misma forma, la figura de Allende como estadista, líder y mártir, sumado a los traumas producto de sus infidelidades como de los suicidios posteriores dentro de su familia después del golpe, provocaron que no se hablara en privado de él, y menos de él como ser humano, como marido o padre.

Este proceso de transformar a la persona muerta en forma trágica en una especie de maqueta, de eslogan, que permite no hablar de ella en lo humano, en lo afectivo, es un mecanismo para no hablar de ella. Algo que se ve en muertes trágicas incluso por enfermedad y es muy frecuente en el caso de detenidos desaparecidos (por ejemplo en casos de Paine).

De una notable manufactura, con tomas y encuadres precisos, con un manejo de los tiempos y de los silencios notables, con la inclusión de imágenes de registro en su justa medida y el aporte de material inédito valiosísimo, Allende mi abuelo Allende es un documental que es parte de la historia fílmica del país. Y queda claro que el premio ganado en Cannes es merecido. En este sentido se debe mencionar el gran equipo de trabajo que hay detrás de este documental.

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Un emotivo documental que trasciende con creces la figura de Salvador Allende.

El ex-presidente todavía despierta pasiones y genera controversias. Pero la mirada de Marcia Tambutti, nieta de Allende, y su equipo es de una humanidad e ingenuidad-curiosidad (en el mejor sentido de estas palabras), de una transparencia, conmovedora.

Tambutti busca, a través de los testimonios de sus familiares y de los registros visuales a su abuelo, al ser humano. Quiere saber cómo era en familia, cómo combinaba su vida pública con su vida privada.Tambutti quiere, en el proceso del documental, a su abuelo, quiere un abuelo más allá del afiche, del discurso, del eslogan.

En esa búsqueda, insistente y perseverante pero profundamente respetuosa, Marcia Tambutti devela los traumas existentes en esta familia marcada por la política, las tragedias y las infidelidades de Allende.

Allende mi abuelo Allende es un documental que admite múltiples miradas y enfoques, con muchas capas de lectura. De todas ellas, en lo personal, más allá de la figura de Allende, me cautiva el proceso de abordaje de los traumas existentes a nivel familiar en torno a éste, cómo los va develando y el proceso mismo que Marcia Tambutti va realizando en lo personal (y en su familia). Cómo, más allá de lo teórico, ella hace un paralelo entre la figura pública y la vida privada de Allende y su proceso entre esta figura “estática” de su abuelo y su humanización que significa un proceso personal pero también familiar de búsqueda y superación.

En este punto vale la siguiente cita: “Mi familia no quería hablar de este tema, porque era muy doloroso; mientras que para mí lo doloroso era no hablar del tema.” (La niña liberada, pp 163, Iskra Pavez Soto, Editorial Forja).

De la misma forma, la figura de Allende como estadista, líder y mártir, sumado a los traumas producto de sus infidelidades como de los suicidios posteriores dentro de su familia después del golpe, provocaron que no se hablara en privado de él, y menos de él como ser humano, como marido o padre.

Este proceso de transformar a la persona muerta en forma trágica en una especie de maqueta, de eslogan, que permite no hablar de ella en lo humano, en lo afectivo, es un mecanismo para no hablar de ella. Algo que se ve en muertes trágicas incluso por enfermedad y es muy frecuente en el caso de detenidos desaparecidos (por ejemplo en casos de Paine).

De una notable manufactura, con tomas y encuadres precisos, con un manejo de los tiempos y de los silencios notables, con la inclusión de imágenes de registro en su justa medida y el aporte de material inédito valiosísimo, Allende mi abuelo Allende es un documental que es parte de la historia fílmica del país. Y queda claro que el premio ganado en Cannes es merecido. En este sentido se debe mencionar el gran equipo de trabajo que hay detrás de este documental.