El matrimonio es un tema que, de una u otra forma, ha estado presente durante los últimos meses en la agenda pública, en especial con la implementación del Acuerdo de Unión Civil, que ha llevado el debate hacia discusiones políticas, valórico-religiosas y sociales.

Sin embargo, hay otros factores, claramente no tan complejos a nivel político, que se desprenden del tema macro y que apuntan hacia las tradiciones que se han impregnado en la sociedad chilena, como es el caso de la fiesta matrimonial, una costumbre que -por lo general- deja de lado la discusión político-valórica-religiosa, para centrarse en algo mucho más digerible: celebrar un momento importante para una pareja, sin importar la preferencia sexual, raza, ni creencias.

Estas fiestas y ceremonias son habituales durante la época estival, con un gran número de parejas que, de las distintas formas posibles, celebran su unión en especial en el mes de febrero, con un clímax en la cercanía del “día de los enamorados”.

Realmente es una época en que es común ver novios y novias haciendo los trámites previos para el gran momento, tan común que, obviamente, esto aumenta la demanda de los distintos servicios que se requieren.

Uno de los motivos, según las empresas especializadas en el tema, es que en aquella época las condiciones meteorológicas son más favorables. Sin embargo, las parejas olvidan el factor económico que juega un rol fundamental en la diferenciación de precios entre la temporada alta, es decir verano, y la temporada baja de invierno.

“Casarse en temporada baja siempre es más barato logrando en algunos ítems hasta un 20% de ahorro, dado que la demanda aumenta en la temporada en que las temperaturas son mayores. Desde la compra del vestido, la banquetería, el arriendo del salón, el fotógrafo y todos los detalles”, señala Vilma Granifo, jefa de ventas de Espacio Riesco, centro de eventos que concentra a gran parte de las fiestas de matrimonio de la Región Metropolitana.

El principal punto de ahorro radica en el lugar elegido, que debe estar adecuadamente acondicionado para estos servicios en que por lo general se reúne a un gran número de personas. Una buena calefacción y una buena ventilación son dos factores que no se pueden olvidar, desde los cuales se deriva al resto de los puntos importantes como el espacio para la cantidad de personas, los baños bien acondicionados y la ambientación que se pueda instalar en el lugar.

Pero hay ventajas que son propias de realizar estos eventos en invierno. Uno de los puntos en los que coinciden quienes están familiarizados con esto, es que los tipos de banquetes ofrecidos pueden ser más variados, con comidas calientes o platos que en verano no son utilizados.

“La temporada baja permite jugar con las tendencias en distintos tipos de preparaciones, lo importante es asesorarse y encontrar un lugar que ofrezca lo mejor en materias primas, presentación y preparación, y que esté certificado por instituciones reconocidas”, indica Vilma Granifo.

Asimismo, la ropa utilizada puede variar, ocupando botas en lugar de zapatos, chaquetas de invierno y a la vez dando comodidad a los novios que no deberán enfrentar el calor excesivo de las épocas de verano bajo sus alegóricos atuendos.

“Los que más sufren con los matrimonios en épocas de altas temperaturas son los novios y sus invitados varones, ya que lamentablemente el traje más usado para las bodas son los ternos que no permiten modificación de diseño. En el caso de las mujeres es distinto porque se puede jugar con los accesorios, abrigos, zapatos o boleros“, señala Granifo.

Por el lado de la decoración, en invierno se abre la posibilidad para el uso de colores y temáticas mucho más cálidas, con distintos juegos de luces y velas que pueden ayudar a dar un ambiente más íntimo.

Según las cifras extraídas de CyberNovios, una fiesta tradicional al estilo religioso -es decir con matrimonio en iglesia, traje de novias o novios y otras costumbres principalmente católicas- podría costar entre los 800 mil pesos hasta los 2 millones, lo que se contrasta con datos de otras empresas capitalinas que apuntan a un mayor presupuesto y que incluso elevan los gasto a 8 millones.

Pero todo esto puede variar en temporada baja, tomando en cuenta lo fundamental, que es la baja demanda y la disponibilidad de espacios, fotógrafos e incluso de recintos religiosos, para los más tradicionales, con rebajas de presupuesto que puede llegar incluso al 40% si se sabe elegir bien y se indaga en las distintas opciones ofrecidas a lo largo del país.

Es así como perfilan oportunidades para quienes desean celebrar sin derrochar demasiado dinero, aunque siempre tienes la posibilidad de improvisar, salir del esquema social impuesto y dejar de lado las frivolidades, usando la imaginación y los recursos que tengas a mano para una celebración mucho más sencilla, que quizás pueda dejarte un recuerdo más grato y duradero.