Al igual que durante el pasado año, cuando existieron fuertes críticas – y defensas – a la colaboración musical y audiovisual entre Jennifer López e Iggy Azalea, “Booty”, surge una nueva polémica: en esta ocasión es por el contenido violento y sádico del vídeo musical “Bitch Better Have My Money” de la cantante Rihanna.

La cantante oriunda de Barbados y que se presentará en nuestro país durante el mes de septiembre, lanzó un adelanto de su próxima placa de la que aún no se tiene demasiada información.

Después de “FourFiveSeconds” junto a Paul McCartney y Kanye West, llega el cortometraje de siete minutos de duración, codirigido por ella y que cuenta con la participación de los actores Mads Mikkelsen y Eric Roberts.

“Bitch Better Have My Money” la muestra secuestrando, torturando y paseando desnuda a una mujer adinerada. El vídeo advierte que contendrá desnudos, violencia y lenguaje agresivo; en su final, condensa toda su indicación, Rihanna ensangrentada y desnuda sobre un cofre lleno de dinero, parece manifestar que cumplió su misión.

Debate abierto

El vídeo fue ampliamente discutido en redes sociales con opiniones a favor y en contra a través del hastag #BBHHMVideo.

Ahora, el debate se centra en si es pertinente que en razón de mayor publicidad y revuelo se muestre este tipo de contenido. El sociólogo y docente en la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo, Pablo Fuentealba, realza la legitimidad del derecho a filmar este vídeo ya que, “vivimos en una sociedad en la cual existe libertad de expresión, y si estos vídeos han sido clasificados en función de la edad, no debería prohibirse su realización”.

Sin embargo, acota el hecho que vídeos como el de Rihanna, más allá de las restricciones de páginas como Youtube, el cortometraje se encuentra al alcance de niños y adolescentes. “Internet hoy no es una barrera para que personas de todas las edades puedan acceder a estos contenidos. A esto debemos sumar el hecho de que los padres ejercen menores controles sobre los contenidos a los que sus hijos acceden en las redes. Algunas de las funciones familiares de educación y control han declinado y los niños aprenden roles, conductas, valores muchas veces a través de las redes y medios de comunicación porque se exponen o interactúan en ellos más que con sus familias”, argumenta.

Hiperestimulación

“Hoy estamos ante una cultura en la que se ha perdido la sensibilidad ante el sufrimiento y el dolor. Es decir, hace algunas décadas existía una mayor sensibilidad y empatía, porque la población no se encontraba expuesta continuamente a contenidos en los cuales se presentara sufrimiento y dolor humano”, afirma el docente. Y es que, en el afán de vender y generar una imagen alrededor de ciertos músicos, comienza la discusión si es necesaria tanta violencia gratuita y sin sentido aparente.

MiKeARB (CC) Flickr

MiKeARB (CC) Flickr

Para el sociólogo Pablo Fuentealba, la población se ha expuesto a una hiperestimulación, “los niños desde pequeños ven películas en las que presencian muerte y sufrimiento; por otra parte, todos los días recibimos noticias acerca de catástrofes. Por lo tanto, el dolor y el sufrimiento del otro se ha vuelto cotidiano, tan cotidiano que lo sentimos con menor intensidad; además, si nos resulta trágico o grave, eso pasa rápidamente. La presencia del dolor, sufrimiento y muerte en los medios contribuye a generar una cultura de insensibilidad, porque estos hechos se vuelven normales”, argumenta.

Comportamiento en adolescentes

Muchos de los seguidores de la cantante pop aún están en su etapa formativa, por lo que surge la interrogante, ¿el contenido explícitamente violento y sexual influye en el comportamiento de los adolescentes? “Los cantantes y músicos son modelos de rol, modelos a imitar, por eso, los adolescentes intentan imitar sus formas de vestir, sus comportamiento sexual, sus gustos, su lenguaje no verbal, sus ideas y opiniones”, enfatiza Pablo Fuentealba.

Eva Rinaldi (CC) Flickr

Eva Rinaldi (CC) Flickr

En los últimos años, cantantes jóvenes como Rihanna, han utilizado la violencia y el sexo como un valor agregado a sus presentaciones y vídeos musicales, lo que genera nuevos patrones en sus seguidores.

“Hoy, esos ámbitos son una forma de capital. El sexo, la violencia, forman parte de los intereses y gustos de mercado y, por lo tanto, se traducen en capital económico. Es decir, se pueden explotar y traducir en ventas. Son mercancías que, si son bien explotadas, pueden traducirse en riqueza. Es simple, sí detecto la necesidad que es que las personas quieren ver, entonces aprovecho eso para desarrollar el negocio y traducirlo en ganancia”, finaliza el especialista.

Asimismo, surge un dilema en los valores estéticos que se les imponen desde infantes a las personas en general. El mercado impone lo que es bello, bueno, aceptable para la vista y que por lo tanto, vende.