Ya es lunes y como de costumbre, sonó la alarma bien temprano. Había que levantarse para ir a trabajar, pero esta vez con un sabor especial. El taco matinal en las principales ciudades chilenas para muchos fue más llevadero; en Santiago, los esclavos del Metro y del Transantiago probablemente aguantaron un poco más el viaje, porque la mayoría tenía mejor semblante de cara cuando lo estaban aplastando.

Da lo mismo que la final haya sido un sábado, total, la alegría dura hasta hoy y no se va a acabar todavía. ¿Se olvidan del lunes siguiente al palo de Pinilla? Qué lunes ese, ¿ah? Con la rabia todavía intacta y la frustración de no poder pasar de octavos en mundial y otra vez ante Brasil.

Hoy, es distinto. Si el desayuno del domingo fue diferente, el café matinal del lunes en la pega para conversar con los compañeros sabía como el más puro de todos. Y qué suerte aquellos que odian a sus jefes o están cansados de la rutina, porque este lunes van a enfrentar la jornada con la mejor cara.

¿Se dieron cuenta que anoche domingo no costó tanto asumir que se acababa el fin de semana? Las alegrías del fútbol no pagan las cuentas, no mejoran los sueldos y las pensiones, tampoco arreglan todo los problemas sociales que arrastra el país, pero vaya que ayuda a cambiar el ánimo

Ánimo que también mejoró para quienes están cesantes y el lunes es un día más sin trabajo. Para muchos de ellos este inicio de jornada no fue tan duro. La Copa América no les va a conseguir trabajo, pero al menos se olvidaron por un instante de que las cosas no andan como uno quiere.

Y para terminar, esos que trabajan de noche y volvieron a casa el lunes temprano, van a dormir otra vez con la alegría de ser campeones. ¿Hay un sueño más reponedor que el que se tiene después de una alegría tan grande? Después de todo esto creo que no.

¿Cuándo volveremos a tener un lunes como el de hoy? Ojalá no pasen más de 100 años para repetirlo. Ahora que sabemos cómo es queremos volver a vivirlo y que la sensación dure para siempre. Pero eso no pasará. El triunfo va a quedar atrás y volveremos a vivir nuestras existencias de forma normal, pero la alegría que tuvimos este fin de semana no nos la va a quitar nadie. Ni los compatriotas que no gustan del fútbol y que no pueden entender que alguien se vuelva tan loco viendo correr a 22 personas tras una pelota y menos pueden comprender por qué un título como éste provoca tanta satisfacción, enojándose con ver a gente feliz por un rato.

Somos un pueblo donde las victorias morales abundaban y las reales escaseaban. Si hasta con el Miss Universo de Cecilia Bolocco la gente salió a las calles. Ahora la vara quedó más alta. Hoy somos los mejores de América en el deporte que mueve más pasiones en Chile y en el mundo. Gracias a cada uno de los jugadores y a Jorge Sampaoli por darnos este regalo en medio de casi seis años de puras desgracias y en donde nos volvimos a levantar. Ahora los chilenos tomamos la posta y trataremos de imitarlos, ganando nuestras propias batallas para hacer historia en nuestras vidas. Esto es Chile y aquí no se deja de luchar.