La revolución del lápiz labial explotó en 1915 y llegó para instalarse de por vida. Su creador, el norteamericano Maurice Levy, ideó la manera de poner el bálsamo en forma de barra en tubo de metal con tapa, logrando que éste se deslizara en la medida que el pintalabios se gastaba. De esta forma, la barra metálica se volvía reutilizable y era mucho más higiénica. Así nació el labial como lo conocemos hasta el día de hoy.

La sex symbol del cine Marylin Monroe acuñó la frase “Monseiur Dior, cuando me quiero sentir arreglada sin esfuerzo, me pongo unas gafas negras y me pinto los labios rojos”. Para la actriz estadounidense y gran mito erótico de los años 50, iluminar sus labios con un rojo fuerte era parte de su vestimenta.

Pero para dar con los primeros pintalabios tenemos que remontarnos a la civilización Mesopotámica en el año 5.000 a.c, cuando las mujeres trituraban piedras preciosas con la finalidad de teñir sus labios de rojo. Mientras que los egipcios extraían un pigmento del yodo o el bromo para poder maquillarse, mezcla de metales que fue mortal para muchos hombres y mujeres.

Cleopatra, la Reina del Nilo, tampoco se quedó atrás en el arte de pintar sus labios, quizás para seducir a Marco Antonio, su gran amor, o al emperador romano, Julio César. La belleza egipcia hacía una mezcla extraída de los huevos de hormigas, excremento de escarabajos y escamas de pescado. ¡Un bálsamo muy nutritivo!

En el año 1650, las mujeres que se pintaban los labios rojos eran consideradas brujas o cómplices de brujería, práctica que se castigaba con la pena de muerte. Más adelante, a principios del siglo XX el labial rojo se convirtió en un símbolo de rebelión, poder e independencia, tanto en Estado Unidos como en Gran Bretaña.

Fue 1910 cuando Elizabeth Arden apareció por primera vez en la escena de la belleza para revolucionar el uso del maquillaje. Para la creadora del imperio de la cosmética, el rojo era el color que representaba el poder femenino. Eran años de cambio y las primera sufragistas norteamericanas se pintaban los labios con este pasional tono en señal de empoderamiento. Será en 1920, cuando las mujeres consigue el derecho al voto y el pintalabios se convierte definitivamente en un símbolo de poder y femineidad.

De varios colores, texturas, con brillos, opacos, con sabores o neutros, este “arma” de seducción, que cumple un siglo, se ha convertido, sin duda, en un imprescidible entre las mujeres. ¿Quien no lleva en su cartera un pintalabios rojo chanel o rosa fucsia?