El mayor acelerador de partículas del mundo inicia este miércoles una nueva fase de experiencias inéditas para comprender los misterios de la materia y el universo, tras dos años de remodelación para aumentar sus capacidades.

El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés) está situado en un túnel en forma de anillo de 27 kilómetros, en la frontera francosuiza.

En los tres próximos años intentará obtener datos para comprender los misterios de la materia, tras haber alcanzado por primera vez en mayo el récord de energía de 13 TeV (teraelectronvoltios).

Tras dos años de remodelación y reparación, el LHC está ahora listo para registrar datos de física con una energía récord de 13 TeV, casi el doble de la energía de colisión alcanzada en el primer período de explotación del LHC, que duró tres años.

Según la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), “la reanudación de la adquisición de datos marca el inicio de la Temporada 2 del LHC, y abrirá perspectivas en territorios inexplorados de la física”.

Estas próximas semanas los científicos empezarán a registrar los datos de las colisiones a energías inéditas. Hasta 1.000 millones de colisiones se producirán cada segundo, generando avalanchas de partículas en los detectores.

En cada segundo de funcionamiento del LHC y de sus experiencias, varios gigaoctetos de datos llegarán al centro de cálculo del CERN para ser almacenados, seleccionados y compartidos con los físicos de todo el mundo.

A una profundidad de 100 metros bajo tierra, a lo largo del anillo del LHC, se hallan cuatro “experiencias” —cuatro detectores encargados de escrutar las colisiones que luego los científicos deberán analizar— del tamaño de un inmueble.

Dos de estos detectores, Atlas y CMS, son polivalentes y están concebidos para explorar toda una gama de fenómenos de física, desde el bosón de Higgs —también conocido como la partícula de Dios, que se supone tiene un papel fundamental en el mecanismo que origina la masa de las partículas elementales— hasta la materia oscura.

Por su parte, la experiencia Alice se especializa en el plasma ‘quark-gluon’, un estado de la materia que existe a densidades o temperaturas muy elevadas y que los expertos creen que habría existido instantes después del Big Bang.

El cuarto el detector llamado LHCb intenta comprender las diferencias entre materia y antimateria, analizando algunos quarks (partículas elementales).