El grupo norteamericano de distribución Amazon empezó a declarar sus ingresos en cuatro grandes países europeos (España, Reino Unido, Alemania e Italia) y lo hará en Francia, lo que pone fin a una práctica de optimización fiscal muy criticada por la UE.

Desde el 1 de mayo, el grupo de Seattle contabiliza sus ventas en esos cuatro países europeos a partir de sus respectivas ramas nacionales, y ya no desde Luxemburgo, una artimaña fiscal legal pero muy criticada, que le permitía pagar menos impuestos.

El grupo añadió que está trabajando en la apertura de una filial en Francia, y precisó que la creación de dichas filiales en Europa empezó “hace más de dos años”.

“Examinamos regularmente nuestras estructuras para garantizar que podemos servir a nuestros clientes lo mejor posible y proponer productos y servicios adicionales”, señaló el grupo en su comunicado.

El hecho de declarar país por país implica pagar impuestos en todos estos, algo que no hacía hasta ahora Amazon.

Hasta recientemente, Amazon relocalizaba sus beneficios europeos en su sede de Luxemburgo –país con una ventajosa fiscalidad– lo que le permitía aligerar considerablemente su carga de impuestos.

Amazon es precisamente una de las grandes empresas que la Comisión Europea vigila con lupa por sus prácticas fiscales.

En los últimos años, dichas sociedades evitaron pagar los debidos impuestos por los beneficios obtenidos en un determinado país gracias a sofisticados montajes fiscales, que hacen pasar sus actividades por otro país.

En este sentido, la UE investigó los montajes fiscales de grupos como Apple en Irlanda, Starbucks en Holanda y Amazon y Fiat en Luxemburgo.

Estas prácticas de “optimización fiscal”, aplicadas desde hace años, se han vuelto muy impopulares a medida que los Estados europeos se han visto ante una situación fiscal cada vez más precaria, a causa de la crisis de la deuda soberana.

“Increíble confesión”

El anuncio de Amazon constituye una “increíble confesión”, reaccionó el economista Thomas Piketty en la radio francesa France Inter, y consideró que habría que “reclamar la factura de los años pasados” e implementar un “impuesto común sobre las sociedades” en Europa.

De forma más global, las presiones se multiplican a nivel mundial contra estas prácticas de elusión fiscal.

En este sentido, el G20 y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han lanzado desde hace varios meses una ofensiva internacional.

“La decisión de Amazon muestra que en el plano político hay que apoyar la adopción, bajo el patrocinio del G20, de un plan sólido contra la optimización fiscal. No nos podemos permitir un fracaso”, dijo a la AFP Pascal Saint-Amans, director de la fiscalidad en la OCDE.

Saint-Amans asegura que aunque las empresas asumen compromisos de transparencia, siguen llevando a cabo “un lobby extremadamente intenso”, apoyado a veces por algunos gobiernos.

Por otro lado, el pasado mes de abril, los ministros de Finanzas europeos ya dieron el visto bueno a un proyecto de la Comisión para luchar contra la optimización fiscal de las empresas, práctica muy criticada a raíz del escándalo LuxLeak, a finales de 2014.

Una investigación periodística desveló a finales de 2014 que Luxemburgo, gobernado por el actual presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker entre 1995 y 2013, atrajo a multinacionales con la promesa de ahorrarles el pago de cuantiosos impuestos.