Lucida presentación de ecuatoriano Patricio Aizaga con la Sinfónica de Chile y el Coro Sinfónico

Patricio Aizaga, CEAC (c)
Patricio Aizaga, CEAC (c)
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El sexto concierto de la Temporada 2015 de la Orquesta Sinfónica de Chile, “Noche de grandes románticos”, con música de Johannes Brahms y Antonin Dvorak, se trasformó en una jornada realmente triunfal, partiendo por la lucida, sólida y atractiva conducción del laureado maestro ecuatoriano Patricio Aizaga, en la que fue su primera visita a Chile.

Muy concentrado en su partitura, con énfasis en una disciplinada dirección, Aizaga mostró también su inspirado toque de romanticismo para entregar un concierto convertido en fiel reflejo de la expresión de ambos compositores recreados. De principio a fin de la presentación, tanto la Orquesta como del Coro Sinfónico de la Universidad de Chille, lucieron excelentes expresiones instrumentales y vocales, para cumplir fielmente lo exigido por el conductor, a ratos con firmeza y neto control con la entrada y disposición de músicos y cantantes. Una respuesta adecuada a lo que había expresado el músico ecuatoriano a su arribo a Santiago: Ahí señaló que “es un honor y una gran satisfacción venir a este país hermano para dirigir a dos conjuntos de entidades de gran prestigio y orgullo para la patria latinoamericana”, agregando con respecto a la programación “siento una profunda identificación y admiración por la obra de Brahms, pues desde el inicio, su impulso creativo viene ya dotado de un lenguaje claro, genialmente definido”, refiriéndose luego con admiración al famoso slogan dicho por Dvorak: “Dios, Amor y Patria… y sólo eso te lleva a una meta feliz. El amor por la naturaleza es evidente y esplendoroso”.

De Brahms, la Orquesta partió interpretando su Obertura Trágica, compuesta por el autor alemán con motivo de haberle sido concedido el título de “Doctor Honoris Causa” de la Universidad de Breslau en 1879, además de presentar la festiva “Obertura Académica”. Luego vinieron, del mismo compositor, las obras sinfónico corales “Nänie” y “Canción del Destino”, ambas junto al Coro Sinfónico de la Universidad Chile, que dirige Juan Pablo Villarroel. La primera composición es un sentido homenaje fúnebre al pintor alemán Anselm Feuerbach, amigo personal de Brahms y la “Canción del Destino” o “Schicksaldlied), obra perteneciente a su etapa de madurez.

Luego vino la Sinfonía N°6 de Dvorák, en la última parte del programa, creación que muestra el nacionalismo del compositor checo y dedicada especialmente la Orquesta Filarmónica de Viena, en esa época, dirigida en esa época por el austríaco Hans Richter. Esta sinfonía, provocó polémicas por la naturaleza de la idea de su autor y, en definitiva, fue estrenada en marzo de 1881 en Praga, con la dirección de Adolf Cech, amigo personal de Brahms. Finalmente, un mes después, la bella composición pudo ser dirigida por Richter, pero en Londres.

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El sexto concierto de la Temporada 2015 de la Orquesta Sinfónica de Chile, “Noche de grandes románticos”, con música de Johannes Brahms y Antonin Dvorak, se trasformó en una jornada realmente triunfal, partiendo por la lucida, sólida y atractiva conducción del laureado maestro ecuatoriano Patricio Aizaga, en la que fue su primera visita a Chile.

Muy concentrado en su partitura, con énfasis en una disciplinada dirección, Aizaga mostró también su inspirado toque de romanticismo para entregar un concierto convertido en fiel reflejo de la expresión de ambos compositores recreados. De principio a fin de la presentación, tanto la Orquesta como del Coro Sinfónico de la Universidad de Chille, lucieron excelentes expresiones instrumentales y vocales, para cumplir fielmente lo exigido por el conductor, a ratos con firmeza y neto control con la entrada y disposición de músicos y cantantes. Una respuesta adecuada a lo que había expresado el músico ecuatoriano a su arribo a Santiago: Ahí señaló que “es un honor y una gran satisfacción venir a este país hermano para dirigir a dos conjuntos de entidades de gran prestigio y orgullo para la patria latinoamericana”, agregando con respecto a la programación “siento una profunda identificación y admiración por la obra de Brahms, pues desde el inicio, su impulso creativo viene ya dotado de un lenguaje claro, genialmente definido”, refiriéndose luego con admiración al famoso slogan dicho por Dvorak: “Dios, Amor y Patria… y sólo eso te lleva a una meta feliz. El amor por la naturaleza es evidente y esplendoroso”.

De Brahms, la Orquesta partió interpretando su Obertura Trágica, compuesta por el autor alemán con motivo de haberle sido concedido el título de “Doctor Honoris Causa” de la Universidad de Breslau en 1879, además de presentar la festiva “Obertura Académica”. Luego vinieron, del mismo compositor, las obras sinfónico corales “Nänie” y “Canción del Destino”, ambas junto al Coro Sinfónico de la Universidad Chile, que dirige Juan Pablo Villarroel. La primera composición es un sentido homenaje fúnebre al pintor alemán Anselm Feuerbach, amigo personal de Brahms y la “Canción del Destino” o “Schicksaldlied), obra perteneciente a su etapa de madurez.

Luego vino la Sinfonía N°6 de Dvorák, en la última parte del programa, creación que muestra el nacionalismo del compositor checo y dedicada especialmente la Orquesta Filarmónica de Viena, en esa época, dirigida en esa época por el austríaco Hans Richter. Esta sinfonía, provocó polémicas por la naturaleza de la idea de su autor y, en definitiva, fue estrenada en marzo de 1881 en Praga, con la dirección de Adolf Cech, amigo personal de Brahms. Finalmente, un mes después, la bella composición pudo ser dirigida por Richter, pero en Londres.