Son “piojólogos y no piojosos”, aclaran, y forman parte de un equipo de científicos argentinos que está cumpliendo 20 años investigando exclusivamente métodos que permitan exterminar esta plaga capilar resistente a potentes químicos y extendida en varias partes del mundo.

“Desde hace 20 años que estudiamos a los piojos ya que fuimos uno de los pocos centros en el mundo que halló resistencia a la permetrina, un producto neurotóxico muy utilizado en los ochenta y noventa”, explicó María Inés Picollo, directora de Entomología del Centro de Investigaciones en Plagas e Insecticidas (CIPEIN) en declaraciones que publica este miércoles el diario La Nación.

Pese a las dificultades propias de la investigación, este laboratorio, que se creó originalmente para estudiar el Mal de Chagas, está dedicado a encontrar la clave para combatir la pediculosis, nombre científico del contagio de piojos.

El centro se dedica a desentrañar la resistencia de los piojos a los tratamientos pese a las infinitas opciones que ofrece el mercado, desde las más tradicionales en base a vinagre hasta el infaltable ‘peine fino’, remedios caseros que se consideran inefectivos.

Picollo explicó que la mayor complejidad para estudiar esta plaga “es que no se los puede criar en el laboratorio. Vive en cabezas humanas solamente y cuando se lo separa del cuero cabelludo, muere a las 24 horas”.

Para conseguir entonces material de estudio, el laboratorio tiene convenios con escuelas de Buenos Aires, su periferia, y las provincias de Córdoba y La Rioja “para recolectar piojos en las cabezas de los chicos”.

“Luego traerlos en forma condicionada al laboratorio para que no se deshidraten e iniciar los ensayos antes de las 4 horas posteriores a la recolección”, explicó.

En países como Argentina y Gran Bretaña la tasa de niños que sufren pediculosis es por encima del 60%, según estadísticas del mismo informe.

Picollo indicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que un país es endémico en pediculosis cuando supera el 5% de infestados.

Paola González Audino, doctora en Ciencia Químicas de la UBA, colaboradora de Picollo, explicó porqué hay niños que siempre tienen piojos y otros que no.

“Ello se debe a que hay quienes tienen un componente en su sudor que atrae al piojo y otros que lo repele. Nosotros vamos a las mismas escuelas y ya conocemos a los chicos con predisposición a tener piojos y luego contagian”, indicó González Audino.