Fama, éxito y poder, son todos conceptos que han tomado protagonismo en la actualidad, elementos que los hombres de hoy han adoptado como propios, sintiéndose orgullosos de ser parte de esta nueva tribu de machos que ven en la estética y juventud su mejor carta de presentación, seducción y crecimiento profesional.

Es en este escenario plagado de belleza y vanidad en que surge un fenómeno de carácter psicológico denominado síndrome de Dorian Gray, el cual obtiene su nombre debido a la asociación con la famosa obra de Oscar Wilde donde el protagonista siente un fuerte rechazo al envejecimiento, siendo su único deseo conseguir la eterna juventud.

Este trastorno de carácter adquirido, se caracteriza por un conjunto de síntomas de índole sociocultural donde la preocupación excesiva de la apariencia física y el rechazo a sufrir alguna deformidad en el cuerpo son los factores que la definen.

Tales síntomas van acompañados a una rotunda oposición y disconformidad ante el proceso natural de envejecimiento, como también de aceptar las demandas asociadas al desarrollo relacionado a la madurez emocional.

Cabe destacar que esta condición fue nombrada por primera vez en el año 2000 por el psiquiatra Brosig B, en su ejemplar “The Dorian Gray Syndrome”. Allí, el profesional asegura que quienes actualmente padecen este trastorno enfocan su vida al ejercicio físico, al uso excesivo de productos cosméticos, anabólicos y procedimientos como aplicación de Botox e inyecciones de ácido hialurónico. Todo con el afán de mantener una apariencia lozana, retardar el envejecimiento y conseguir un cuerpo perfecto

¿Quiénes lo padecen?

El bombardeo de los medios de comunicación, revistas de alta costura y publicidad promoviendo juventud y perfección, es una clara señal que el atractivo físico es un factor predominante en la sociedad actual.

“Frente a esta situación, quienes padecen de una baja autoestima, inseguridades propias del desarrollo y cuadros depresivos desencadenados por las exigencias del entorno, se verán arrastrados por este cuadro”, sostuvo Javiera San Martín, psicóloga clínica y experta en trastornos conductuales.

Del mismo modo, el Síndrome de Dorian Gray se manifiesta en aquellos hombres que sienten un rotundo miedo al rechazo, por no cumplir con los cánones promovidos por una sociedad superflua, donde para escalar profesionalmente se exige ser guapo y mantenerse siempre joven.

“Escenario en que este pensamiento por someterse a cirugías, adquirir productos cosméticos y hacer lo que sea por mantener la piel lozana y fuerte, comienza a propagarse en los hombres, quienes actualmente compiten a la par con el género femenino frente a esta temáticas de belleza e intervenciones quirúrgicas”, afirmó la experta.

Pese a que aún no existe un registro formal de esta patología, Brosig en su ejemplar establece una serie de señales al minuto de dar un diagnóstico.

1. Presencia de signos de dismorfofobia, es decir, terror a la fealdad o distorsión negativa irreal o exagerada sobre la percepción de su imagen física.
2. Negativa rotunda a aceptar el crecimiento y la madurez emocional
3. Abuso de tratamientos para el cambio de imagen, cuyas expectativas pueden ser erradas e irreales.
4. Consumo de fármacos, entre los cuales destacan: restauradores del crecimiento del pelo, medicación contra la disfunción eréctil, elevadores del afecto y dermatología cosmética en cualquiera de sus formas.
5. Constantes trastornos de ansiedad y personalidad
6. Conductas autodestructivas como el uso de medidas no saludables, generadas en gran medida por los intentos fallidos de alcanzar la perfección o la juventud eterna.

En caso que este vacío narcisista aumente de forma cotidiana, llevando al paciente al abuso de psicotrópicos como también de ingesta de alcohol, es necesario que comience un tratamiento que lo ayude a salir de este estado que podría causar un serio problema en su vida.

Razón por la que se recomienda acudir a especialistas que ayuden a la persona a aceptar de forma correcta el proceso natural de envejecimiento.

“En estas terapias se interviene para que el paciente logre ver su cuerpo de forma normal y no distorsione su físico en pos de las exigencias promovidas por el mercado cosmetológico. Valorarse más y destacar las fortalezas por sobre las debilidades es otro de los puntos asociados a estas terapias en donde la persona se le hace entender que seguir el curso del reloj natural es lo normal y querer revertir esa situación es perjudicial para su salud y entorno cercano”, concluyó la especialista.

Ser responsable en la utilización de los artículos de belleza disponibles en el mercado es el gran consejo que deben considerar quienes desean verse bellos y joviales, siempre optando por técnicas que no contemplen un riesgo para la salud física ni mental.