Fernando Balcells: “Queremos más democracia, no el cambio de una elite por otra”

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Ya sabemos como se financia la política. Con soltura de cuerpo. Con despreocupación de la ley y de su capacidad de afectar a la elite. Ya sabemos que la política se financia gracias a empresas que están dispuestas a cubrir sus riesgos comprando la opinión y la buena voluntad de todo lo que se mueve cerca de sus intereses. Lo hacen las mineras como SQM, los bancos como Penta, y los servicios básicos monopólicos (que son los más caros del mundo entre economías comparables). Sabemos también que el patrimonio de los partidos y el aporte de sus militantes y adherentes (salvo excepciones) no alcanza para financiar ni su estructura ni su actividad.

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Ya sabemos como se financia la política. Con soltura de cuerpo. Con despreocupación de la ley y de su capacidad de afectar a la elite. Ya sabemos que la política se financia gracias a empresas que están dispuestas a cubrir sus riesgos comprando la opinión y la buena voluntad de todo lo que se mueve cerca de sus intereses. Lo hacen las mineras como SQM, los bancos como Penta, y los servicios básicos monopólicos (que son los más caros del mundo entre economías comparables). Sabemos también que el patrimonio de los partidos y el aporte de sus militantes y adherentes (salvo excepciones) no alcanza para financiar ni su estructura ni su actividad.