La adolescencia es un periodo muy difícil para las mujeres quienes se encuentran en pleno desarrollo. Es por ello que muchas de ellas se ponen metas para conseguir el cuerpo que desearían tener.

Nina Dobrev

Nina Dobrev

Sin embargo, la joven inglesa Emma Walker fue más allá de lo normal. Obsesionada con su peso y queriendo imitar la figura de algunas de sus ídolas -especialmente a la estrella de la serie The Vampire Diaries, Nina Dobrev-, la chica de 15 años comenzó a desarrollar una terrible anorexia que la llevó a pesar 34 kilos.

Durante un verano, Emma optó por un estricto régimen alimenticio y de ejercicios, pues quería regresar al colegio con un “cuerpo perfecto” y sorprender a todos. Poco a poco la situación fue haciéndose más intensa llegando a comer sólo 200 calorías al día, lo que equivale a tomar dos vasos de Coca Cola.

Por supuesto, esta dieta la fue debilitando hasta el punto que tuvo que ser internada en el hospital en dos ocasiones. “No me gustaría que nadie pasara por lo que yo pasé. Estuve en el infierno”, señaló la joven al diario inglés The Mirror. “Miraba en Instagram a gente que posteaba delgadísimas imágenes de ellos. Eso me deprimió sobre la forma en que lucía, porque no era tan flaca como ellos: ya no quería volver a verme en el espejo”, agregó.

Los primeros días en que comenzó su cambio recibió varios cumplidos, lo que la hizo seguir adelante. “Era adictivo”, aseguró. “La imagen de mi cuerpo cambió, pero yo seguía pensando que era muy ancha. Quería perder más peso”.

Esto provoco alteraciones en su salud, se resfriaba más a menudo, su sistema inmunológico se hizo más débil e incluso dejó de tener su periodo menstrual. “En retrospectiva, ese fue uno de los mayores avisos de peligro. Tu cuerpo te está diciendo que no es lo suficientemente saludable como para tener un bebé“, explicó.

Cuando por fin su madre buscó ayuda para ella, la joven siguió en negación y sentía que estaba siendo forzada a recuperarse de una enfermedad que decía no tener. Engañó a todos para decirles que estaba bien, tomaba agua frente ellos, pero escondía la comida.

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Cuando volvió a empeorar y tuvo que ser internada nuevamente en el Hospital pesando sólo 34 kilos, fue cuando se dio cuenta que la situación se la había ido de las manos. “Mi presión estaba por el cielo. Ahí me dí cuenta que no podía seguir haciéndome esto, mi familia no merecía que los hiciera pasar por esto” .

Desde entonces comenzó un proceso de rehabilitación lento, pero seguro. Dejó de mirar a la gente en Instagram y las revistas, y se enfocó en su recuperación. Hoy pesa más de 50 kilos y su madre quiso compartir con el mundo algunos momentos del duro proceso de su hija, para que otras jóvenes en la misma situación puedan ver lo que la obsesión con el peso puede provocar.

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