El fin del mundo: Los 70 años del fin de una de las mayores muestras de barbarie del “mundo civilizado” es el tema de la recopilación de cuentos de un grupo selecto de escritores chilenos (todos hombres).
Ellos son Marcelo Simonetti, Patricio Jara, Francisco Ortega, Sergio Gómez, Jaime Collyer, Carlos Tromben y Daniel Villalobos.
Un libro muy diverso, que se lee “de una sentada”. Entretenido, variado en estilos, en miradas y enfoques (aunque no hay ninguno pro-Alemania nazi, por ejemplo). Pero se siente la “distancia” con esa guerra que se vivió de tan lejos (salvo casos y situaciones puntuales, y de quienes llegaron al país tratando de armar una vida a gran distancia de esos horrores), así como del tiempo pasado. Esto, sin embargo, algunos lo sortean usando, en forma bastante “olímpica”, el tema como excusa para entregar un mensaje (por ejemplo, Simonetti). Otros se complican más…
El fin del mundo (Ediciones B) también sirve para ver qué temas finalmente han decantado, en qué se ha resumido, sintetizado o caricaturizado ese conflicto. Y, como era de esperar, el grueso de los relatos se relacionan con los nazis, la Gestapo y los SS, el Holocausto y la brutal persecución de judíos.
Por su diversidad de estilos, de temas y enfoques, lo más probable es que a los lectores le gusten más de uno, haciendo que valga la pena su lectura. Ellos van desde el médico que trató infructuosamente a la madre de Hitler, al escape de Freud de la Viena nazi, un relato de una muchacha sobre su abuela que tuvo que recibir a Reinhard Heydrich en la oficina de correos donde trabajaba, el viaje de un joven chileno alemán que quiere ir a defender al régimen nazi, la historia del Boeing B/29 contrapuesta a la sicosis social y colectiva que finalmente destruye la convivencia, la historia de unos misteriosos dibujos que presagiaban el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y la de unos nazis zombies en plena represión tras el Golpe Militar en una zona mapuche….
Los relatos están bien escritos, sin errores, salvo uno (el de Francisco Ortega), con errores de edición poco aceptables. Y ahí hay gran responsabilidad de la editorial…
