Según varios especialistas del mundo, la depresión podría convertirse en una de las epidemias del siglo XXI. A nivel mundial son millones las personas quienes deben batallar a diario con esta enfermedad cuya cura no es nada fácil.

Detectarla tampoco lo es, y son los cercanos a esa persona los primeros en notar que algo no anda bien. Son ellos, quienes se hacen cargo de su amigo o familiar sin estar preparados, por lo que a pesar de sus buenas intenciones, en ocasiones su actuar no es el más apropiado.

El psiquiatra de la Universidad de Michigan, Gregory Dalack, explicó a The Huffington Post, que la clave es demostrar a la persona deprimida que comprendes que está enferma. “Mucha gente considera la depresión como un tipo de fallo en el carácter. Es importante aclararles que entiendes que se trata de una enfermedad que necesita ser tratada”, señaló.

Es por ello que existen algunos momentos que es mejor controlar y evitar cuando tratamos con una persona con depresión. Es por ello que el diario español El País reunió una serie de situaciones que hay que tener presente.

1. Trivializar la situación

Pensar que manejar el estado de ánimo es una cuestión de actitud, es un error. No se puede trivializar la depresión, sino enfrentarlo. “Es importante que se asuma la dificultad que supone superar una depresión y que ello no es debido a la falta de voluntad del deprimido, sino a la propia depresión que, entre otras cosas, anula la voluntad de la persona” señala el psicólogo clínico Miguel A. Rizaldos,

2. No empatizar y ver el problema desde una perspectiva egoísta

Al tratar de ayudar solemos dar consejos, pero no nos damos cuenta que esos consejos van desde nuestra propia perspectiva, y rara vez nos ponemos en los zapatos del otro. Mientras algunos necesitan un hombro para llorar, otros necesitan que le suban el ánimo, cada paciente es diferente, por eso, a veces es mejor preguntarles de qué forma podemos ayudar.

“Introducir los pies en sus zapatos y caminar con ellos, siendo así conscientes de cuáles son sus circunstancias, puede orientarnos respecto a qué necesita”, explica Raquel García Romeral, psicóloga en Gabinete RgR.

3. Caer en los “anímate”

“Anímate”, esa simple frase que muchos creen que puede ayudar, tiene un doble efecto imprevisible. “Para alguien que se encuentra encerrado en esa oscuridad interior, probablemente no sea de utilidad escuchar ese ¡anímate! o que le insinúen que está donde no debe”, insiste García Romeral.

Esa palabra puede provocar que el paciente sienta más triste, además de culpa por encontrarse dónde está y por no ser capaz de adelante. Lo mismo ocurre con frases como “sé positivo”, “vamos, alégrate”, o “sé cómo te sientes”.

4. Imponer en lugar de sugerir o proponer

Es sabido que el cambio de escenario puede ayudar a las personas con depresión, sin embargo, lo difícil es lograr que quieran salir de la casa. En este sentido, es muy importante que se vea como una idea o sugerencia y no una exigencia.

“Se ha demostrado que cuantas más actividades agradables se realice, mejor será su estado de ánimo, pero teniendo en cuenta que la persona deprimida no está en buena disposición para llevar a cabo las mismas, conviene que nuestras peticiones o sugerencias no suenen a imposición”, aclara Rizaldos.

5. Asumir sus decisiones y responsabilidades

Saber que una persona sufre depresión, hace que muchos cuestionen sus capacidades de tomar las decisiones correctas, por lo que a veces son tomadas por ellos para liberarlos de esa carga. Esto tampoco ayuda.

“Como familiar o pareja, asumimos como propias las decisiones, tareas y responsabilidades que le competen a la persona que se advierte triste, y de esa manera, sin darnos cuenta, podemos ser cómplices de construir dinámicas que mantengan la situación de depresión más tiempo del necesario”, dice la experta.

6. Alimentar el discurso negativo

Una persona con esta enfermedad ya está sumida en una situación negativa, por lo que hay que buscar un equilibrio en su trato. No hay que trivializarla, pero tampoco hay que alarmarlo más o exagerar.

“No es bueno alimentar sus quejas o fomentar discursos negativos”, afirma Miguel Rizaldos. El profesional afirma que es mejor tratar de “desviar la conversación hacia otros temas, pero de forma sutil, con frases del estilo “creo que no es bueno para ti hablar de cosas que te hacen sentir mal”, o “entiendo que tal y como estás veas todo tan negativo, pero creo que no es bueno que yo lo fomente, así que si te parece podemos hablar de otros cosas, por ejemplo…”.

7. Intentar hacer el trabajo de un profesional

Por más intentos que se hagan por ayudar, nadie puede reemplazar el trabajo que hará un psicólogo con una persona con depresión. El intentarlo puede ser un problema. “Si las soluciones que la persona y el entorno estén aplicando no estén resultando eficaces, en ese caso, habrá que cambiar de estrategia y para ello se puede consultar con un psicólogo especializado”, recuerda García Romeral.