Casi 1.500 esmeraldas y unas 200 piedras preciosas adicionales engarzadas en ocho kilos de oro finamente trabajado: conocida popularmente como ‘La Lechuga’, la custodia de la iglesia de San Ignacio de Bogotá salió por primera vez de Colombia entre fuertes medidas de seguridad para ser expuesta en Madrid.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en visita de Estado a España, y el jefe del ejecutivo español, Mariano Rajoy, fueron los encargados de inaugurar este martes la exhibición de este tesoro del arte barroco en el Museo del Prado en Madrid.

La exposición se enmarca en los cerca de 50 actos culturales organizados por el gobierno de Colombia en la capital española, coincidiendo con su participación como país invitado en la feria de arte contemporáneo ARCO, que Santos clausuró el domingo.

Formada por 1.485 esmeraldas, un zafiro, 13 rubíes, 28 diamantes, 62 perlas barrocas y 168 amatistas, esta custodia, apodada ‘La Lechuga’ por su intenso color verde, “es la primera vez que sale de Colombia desde 1707 que se hizo”, explica a la AFP Ángela Pérez, subgerente cultural del Banco de la República, propietario de la pieza.

Museo del Prado

Museo del Prado

Un fuerte dispositivo de protección fue necesario para sacarla del museo de la institución, donde se encontraba desde que en 1985 la compró a la Compañía de Jesús, quien la había encargado en el siglo XVIII al orfebre español José Galaz para exponer la hostia consagrada a la adoración de los fieles.

“Se fabricó en Bogotá y siempre ha estado en Bogotá”, explica Pérez, recordando que los jesuitas, expulsados varias veces del país, la mantuvieron allí escondida.

La obra, considerada una de las joyas religiosas más ricas de Latinoamérica, viajó en una caja de seguridad, de metal y madera, “hecha especialmente para que ninguna de sus piezas se mueva ni un milímetro”, subraya Pérez.

“Cerrada con sellos de seguridad que sólo pueden abrir los funcionarios del Banco de la República”, la caja fue escoltada por la policía colombiana hasta el aeropuerto de Bogotá donde embarcó en la cabina preferencial de un vuelo comercial.

“Estaba sentada la caja en una silla de primera clase, con tres emisarios custodiándola”, explica la responsable.

A su llegada a Madrid, fue transportada por la Guardia Civil española hasta al Prado, donde se expondrá hasta el 31 de mayo en una vitrina equipada con un dispositivo de seguridad que los responsables no quieren detallar.

Tasada en más de dos millones de dólares, “su valor artístico e histórico es incalculable, eso no hay como ponerle precio”, afirma Pérez.