Sinfónica de Chile se luce con Vivaldi y Katchaturian destacando al violinista Héctor Viveros

Héctor Viveros (C)
Héctor Viveros (C)
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La Orquesta Sinfónica de Chile tuvo nuevamente una jornada muy feliz el reciente fin de semana pues logró la total aprobación del público que llenó en dos ocasiones el Teatro del Centro de Extensión Artística y Cultural (CEAC) de la Universidad de Chile. En ambas ocasiones destacó el violinista Héctor Viveros.

La primavera, el verano, el otoño y el invierno con sus sonidos y colores cobraron vida en la interpretación de “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi, a cargo de un grupo de cámara exclusivo de cuerdas (incluyendo clavecín) de la agrupación, con un solista espléndido, extrovertido y de sólido nivel interpretativo, como fue el violinista concertino Héctor Viveros, durante el tercer programa del Festival de Verano del CEAC. El concierto fue dirigido por, la también violinista, Alejandra Urrutia e incluyó además la interpretación de la suite del ballet “Spartacus”, de Aram Kachaturian.

El compositor italiano del barroco, el célebre Antonio Vivaldi logró pintar a través de la música, su obra más famosa: “Las Cuatro Estaciones”, una serie de conciertos para violín y orquesta que describen magistralmente las principales características de las épocas del año.

Vivaldi nació en Venecia el 4 de marzo de 1678 y murió en Viena, 28 de julio de 1741. Fue una de las figuras más relevantes de la historia de la música ya que cimentó el género del concierto, el más importante de su época y “Las Cuatro Estaciones” son la prueba de ello. Durante su vida compuso cerca de 500 conciertos para diversos instrumentos, 220 de ellos dedicados al violín, instrumento del cual era un virtuoso, además de 46 óperas.

“Las Cuatro Estaciones” forman parte del ciclo de su opus 8 “Il cimento dell’ armonía e dell’ inventione”, cuya importancia radica en romper el paradigma del concierto soli establecido por el mismo Vivaldi que consistía en que el instrumento solista llevaba todo el peso de la melodía y la composición mientras que el resto de la orquesta se limitaba a ejercer el acompañamiento según las reglas de la armonía. Sin embargo, “Las cuatro estaciones” son conciertos para violín en los que la orquesta no actúa como mero fondo de acompañamiento, sino como un relieve: no se limita a acompañar al solista, sino que ayuda al desarrollo de la obra.

Esta nueva forma de hacer música influyó posteriormente en los conciertos de Handel y especialmente en Johann Sebastian Bach, quien estudió los conciertos de Vivaldi. A partir de las innovaciones de Vivaldi, Bach perfeccionó el concepto de concierto. “Las Cuatro Estaciones” influyeron en la música de Bach y ésta en la de Haydn quien, al ser Maestro de Beethoven, extendió la influencia de Vivaldi al genio de Bonn y a otros músicos.

Viveros y la “camerata” que lo acompañó, que incluyó a Luis Alberto Latorre en clavecín, tuvo el apoyo de Alejandra Urrutia, sentada en la fila de los violines y cuya participación fue muy agradecida por Viveros, ya que todo el grupo estuvo a la altura de la obra interpretada, todo un compendio de excelencia de música barroca que mantiene neta vigencia a través de todos los tiempos.

Fueron 43 minutos, que para los espectadores constituyeron, a no dudarlo, un pleno goce espiritual.

A continuación, Alejandra Urrutia en el podio y la Sinfónica de Chile en pleno, ofrecieron ritmo y color, con la suite orquestal “Spartacus” del ruso Aram Katchaturian, en un ir y venir folklórico con todas las familias instrumentales en acción y con el clarinetista Francisco Gouet en un rol de destacado solista.

“Spartacus” es un ballet del versátil y galardonado Katchaturian, compuesto en 1956 y que es una adaptación sinfónica de concierto en Cuatro Suites, de la cual se ofreció la número dos. Esta mantiene el relato argumental de la pieza de baile basada en la figura del legendario gladiador del Siglo I antes de Cristo, líder de una de las más grandes rebeliones de esclavos contra el Imperio Romano.

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La Orquesta Sinfónica de Chile tuvo nuevamente una jornada muy feliz el reciente fin de semana pues logró la total aprobación del público que llenó en dos ocasiones el Teatro del Centro de Extensión Artística y Cultural (CEAC) de la Universidad de Chile. En ambas ocasiones destacó el violinista Héctor Viveros.

La primavera, el verano, el otoño y el invierno con sus sonidos y colores cobraron vida en la interpretación de “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi, a cargo de un grupo de cámara exclusivo de cuerdas (incluyendo clavecín) de la agrupación, con un solista espléndido, extrovertido y de sólido nivel interpretativo, como fue el violinista concertino Héctor Viveros, durante el tercer programa del Festival de Verano del CEAC. El concierto fue dirigido por, la también violinista, Alejandra Urrutia e incluyó además la interpretación de la suite del ballet “Spartacus”, de Aram Kachaturian.

El compositor italiano del barroco, el célebre Antonio Vivaldi logró pintar a través de la música, su obra más famosa: “Las Cuatro Estaciones”, una serie de conciertos para violín y orquesta que describen magistralmente las principales características de las épocas del año.

Vivaldi nació en Venecia el 4 de marzo de 1678 y murió en Viena, 28 de julio de 1741. Fue una de las figuras más relevantes de la historia de la música ya que cimentó el género del concierto, el más importante de su época y “Las Cuatro Estaciones” son la prueba de ello. Durante su vida compuso cerca de 500 conciertos para diversos instrumentos, 220 de ellos dedicados al violín, instrumento del cual era un virtuoso, además de 46 óperas.

“Las Cuatro Estaciones” forman parte del ciclo de su opus 8 “Il cimento dell’ armonía e dell’ inventione”, cuya importancia radica en romper el paradigma del concierto soli establecido por el mismo Vivaldi que consistía en que el instrumento solista llevaba todo el peso de la melodía y la composición mientras que el resto de la orquesta se limitaba a ejercer el acompañamiento según las reglas de la armonía. Sin embargo, “Las cuatro estaciones” son conciertos para violín en los que la orquesta no actúa como mero fondo de acompañamiento, sino como un relieve: no se limita a acompañar al solista, sino que ayuda al desarrollo de la obra.

Esta nueva forma de hacer música influyó posteriormente en los conciertos de Handel y especialmente en Johann Sebastian Bach, quien estudió los conciertos de Vivaldi. A partir de las innovaciones de Vivaldi, Bach perfeccionó el concepto de concierto. “Las Cuatro Estaciones” influyeron en la música de Bach y ésta en la de Haydn quien, al ser Maestro de Beethoven, extendió la influencia de Vivaldi al genio de Bonn y a otros músicos.

Viveros y la “camerata” que lo acompañó, que incluyó a Luis Alberto Latorre en clavecín, tuvo el apoyo de Alejandra Urrutia, sentada en la fila de los violines y cuya participación fue muy agradecida por Viveros, ya que todo el grupo estuvo a la altura de la obra interpretada, todo un compendio de excelencia de música barroca que mantiene neta vigencia a través de todos los tiempos.

Fueron 43 minutos, que para los espectadores constituyeron, a no dudarlo, un pleno goce espiritual.

A continuación, Alejandra Urrutia en el podio y la Sinfónica de Chile en pleno, ofrecieron ritmo y color, con la suite orquestal “Spartacus” del ruso Aram Katchaturian, en un ir y venir folklórico con todas las familias instrumentales en acción y con el clarinetista Francisco Gouet en un rol de destacado solista.

“Spartacus” es un ballet del versátil y galardonado Katchaturian, compuesto en 1956 y que es una adaptación sinfónica de concierto en Cuatro Suites, de la cual se ofreció la número dos. Esta mantiene el relato argumental de la pieza de baile basada en la figura del legendario gladiador del Siglo I antes de Cristo, líder de una de las más grandes rebeliones de esclavos contra el Imperio Romano.