Más allá de la final disputada por Marín Cilic (gran campeón, ganó 6-3, 6-3 y 6-3, primer título del Gran Slam que obtiene) y Key Nishikori en el Abierto de Tenis de los Estados Unidos, dándole un soplo de brisa fresca al mandato que desde hace casi una década estaban dictando Novak Djokovic, Rafael Nadal, Roger Federer y Andy Murray y, marcando que en la cancha puede comenzar una renovación, más allá que todavía Djokovic y Nadal tienen mucho que decir (habrá que ver que ganas tendrá Roger Federer de seguir luchando por ganar un torneo grande más) y Murray necesitará centrarse otra vez en lo que hizo en 2012 y 2013, sus mejores momentos, lo importante, lo trascendental es que los grandes de antaño volvieron al tenis.

Cuando Jimmy Connors (el más ganador en la historia del tenis, con 109 trofeos, 8 del Gran Slam) tomó a Andy Roddick en 2008, en un intento de la USTA y del mismo Roddick, para darle un nuevo impulso a la carrera y de paso alimentar el interés que se iba perdiendo parte del público norteamericano, se alzaron las voces de aquellos que decían que era un esfuerzo inútil, que la vida cómoda que llevaba Connors (multimillonario y excelente jugador de golf amateur) le iba a impedir dedicarse al ciento por ciento a cambiar el juego de un tenista acostumbrado a los servicios y derechas ganadoras. Connors estuvo un año con Roddick (a un millón de dólares de honorarios por la temporada) y el norteamericano jugó su mejor tenis en ese lapso. Guillermo Vilas, un viejo caminante en la historia del tenis dijo que “ello no había sido un gasto de parte de la USTA y de Roddick, sino una inversión…”.

Debe haber sido un faro que iluminó el camino de muchos. A Connors lo siguió otro grande: Iván Lendl (el segundo tenista más ganador de la historia con 94 título, 8 del Gran Slam)). Lo tomó a Andy Murray, un jugador de innegables condiciones técnicas pero frágil a la hora de aplicar la parte anímica a momentos decisivos. Lo primero que hizo Lendl fue quitarle la presión a Murray. En la parte del juego le corrigió muy poco. Al poco tiempo Murray lograba su primer torneo grande (el US Open 2012) la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres y lograba en 2013, llevarse el abierto de Inglaterra (él , que es escocés…) torneo que no ganaba un nativo de la Gran Bretaña desde 1936 (Fred Perry). Lendl le informó a Murray en marzo pasado, antes del torneo de Key Biscayne, que dejaba su cargo. Un mazazo para Andy, del cual todavía no se repone.

Y siguieron otros supercampeones: Stefan Edberg (41 títulos, 6 del Gran Slam) con Roger Federer; Boris Becker (49 títulos, 6 grandes) con Novak Djokovic y en la final, con Marín Cilic se vio sentado a Goran Ivanisevic (campeón en Wimbledon en 2001) y con Key Nishikori a Michael Chang, triunfador en Roland Garrós 1989 y ex número 2 de mundo.

El tenis de siempre ve con muy buenos ojos la llegada de aquellos que en los 70s, 80s y 90s hicieron enorme al juego y que tras años alejados del deporte que los hizo ricos y famosos vuelven al mismo a entregar todo lo que aprendieron, todo lo que saben y todo lo que sus excelentes pupilos pueden asimilar. En ese camino, entonces, bienvenido Fernando González, medallista olímpico y finalista del Abierto de Australia para apoyar todo lo que necesite concretar Christián Garín.