Zambra y Facsímil: un libro inclasificable que expande las fronteras de la escritura y la lectura

Detalle de la portada de Facsímil
Detalle de la portada de Facsímil
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Alejandro Zambra (Bonsai -2006-, La vida privada de los árboles -2007-, Formas de volver a casa -2011-, Mis documentos -2013-) publicó recientemente –con Editorial Hueders- Facsímil, un libro que tiene de principio a fin la estructura de la antigua Prueba de Aptitud Académica (PAA), antecesora e la actual PSU.

La lectura de Facsímil, sospechamos, dependerá mucho –muchísimo- de la relación, de la práctica, de la memoria que tengamos de la PAA o de la PSU (Será interesante saber cómo será recibido en países donde no existen pruebas de este tipo o sean muy distintas).

En mi caso -memoria antigua, lejana, nada de traumática pero con muy pocas ganas de revivir-, no fue fácil empezar a leerlo… primero leí la primera página y un poco más, para hojearlo rápidamente, deteniéndome en algunos textos brevemente, y cerrarlo… ¡Qué libro de porquería! ¡Típico de escritor que se mira el ombligo!

Después de algo más de una hora -iba muy aburrido en un bus-, lo retomé. Y entré en el juego que ofrece Zambra: contestar la PAA. Al principio lo hice en forma muy “consciente”, tratando de respetar los tiempos, el ritmo de la prueba (lo que, entre otras cosas, me hizo sentir el paso del tiempo y la falta de “entrenamiento“), para ir cayendo lentamente, en forma paulatina, con algún grado de encantamiento y de placer en el verdadero mundo que despliega el escritor. Entonces no ya no era importante el tiempo sino “perderse” en las múltiples alternativas que abren los textos, las preguntas, donde se establece un permanente juego entre lo que creemos que quiere decir el autor y nuestras propias lecturas, entre relatos sobre principios de los 90 y nuestros propios reflejos producto de nuestra “participación activa” al “contestar” los ejercicIos.

Zambra no hace un relato, no escribe una historia. Ofrece a través de los capítulos “Término excluido“, Plan de redacción“, Uso de ilativo“, eliminación de oraciones“ y de “Comprensión de lectura” diversas pinceladas, elementos sueltos, textos que cada lector o lectora va relacionando, interpretando (en el caso de los textos con las múltiples posibilidades que dan las preguntas), de manera muy personal, construyendo su propio relato, su propia reflexión, su propio espejo.

Facsímil amplía las fronteras de la escritura como de la lectura, de la relación entre lector y texto. Sin embargo Alejandro Zambra no renuncia a entregar una mirada sobre la sociedad, sobre las relaciones de pareja y entre padres e hijos, sobre la educación y la propia prueba sobre la que basa su libro (y también sobre la PSU), más allá del amplio espectro de relaciones e interpretaciones que deja en manos de los lectores.

Alejandro Zambra entrega un libro único, estimulante y desafiante (en muchos sentidos). especial para espíritus inquietos, críticos

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Alejandro Zambra (Bonsai -2006-, La vida privada de los árboles -2007-, Formas de volver a casa -2011-, Mis documentos -2013-) publicó recientemente –con Editorial Hueders- Facsímil, un libro que tiene de principio a fin la estructura de la antigua Prueba de Aptitud Académica (PAA), antecesora e la actual PSU.

La lectura de Facsímil, sospechamos, dependerá mucho –muchísimo- de la relación, de la práctica, de la memoria que tengamos de la PAA o de la PSU (Será interesante saber cómo será recibido en países donde no existen pruebas de este tipo o sean muy distintas).

En mi caso -memoria antigua, lejana, nada de traumática pero con muy pocas ganas de revivir-, no fue fácil empezar a leerlo… primero leí la primera página y un poco más, para hojearlo rápidamente, deteniéndome en algunos textos brevemente, y cerrarlo… ¡Qué libro de porquería! ¡Típico de escritor que se mira el ombligo!

Después de algo más de una hora -iba muy aburrido en un bus-, lo retomé. Y entré en el juego que ofrece Zambra: contestar la PAA. Al principio lo hice en forma muy “consciente”, tratando de respetar los tiempos, el ritmo de la prueba (lo que, entre otras cosas, me hizo sentir el paso del tiempo y la falta de “entrenamiento“), para ir cayendo lentamente, en forma paulatina, con algún grado de encantamiento y de placer en el verdadero mundo que despliega el escritor. Entonces no ya no era importante el tiempo sino “perderse” en las múltiples alternativas que abren los textos, las preguntas, donde se establece un permanente juego entre lo que creemos que quiere decir el autor y nuestras propias lecturas, entre relatos sobre principios de los 90 y nuestros propios reflejos producto de nuestra “participación activa” al “contestar” los ejercicIos.

Zambra no hace un relato, no escribe una historia. Ofrece a través de los capítulos “Término excluido“, Plan de redacción“, Uso de ilativo“, eliminación de oraciones“ y de “Comprensión de lectura” diversas pinceladas, elementos sueltos, textos que cada lector o lectora va relacionando, interpretando (en el caso de los textos con las múltiples posibilidades que dan las preguntas), de manera muy personal, construyendo su propio relato, su propia reflexión, su propio espejo.

Facsímil amplía las fronteras de la escritura como de la lectura, de la relación entre lector y texto. Sin embargo Alejandro Zambra no renuncia a entregar una mirada sobre la sociedad, sobre las relaciones de pareja y entre padres e hijos, sobre la educación y la propia prueba sobre la que basa su libro (y también sobre la PSU), más allá del amplio espectro de relaciones e interpretaciones que deja en manos de los lectores.

Alejandro Zambra entrega un libro único, estimulante y desafiante (en muchos sentidos). especial para espíritus inquietos, críticos