A medida que se acerca la entrega de los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), aumenta la ansiedad de los jóvenes frente a la necesidad de conocer qué tan bien o qué tan mal les fue en el decisivo examen de ingreso a la educación superior.

En este contexto, la psicóloga y docente de la escuela de Psicología de la U. del Pacífico, Carmen Gutiérrez, señala que la espera de algo tan anhelado como el resultado de la PSU, genera sentimientos de incertidumbre, lo que puede ir acompañado de angustia y ansiedad.

“Dependiendo de cómo es la persona y de su desempeño en la PSU, puede experimentar sentimientos de temor, inseguridad o auto recriminación. En términos generales, la expectación no es un sentimiento grato, sin embargo, el carácter disruptivo o doloroso que este sentimiento le implique al sujeto, va a depender básicamente de su nivel de fortaleza emocional y de autoestima”, aclara.

Por lo mismo, explica que las actitudes que se pueden esperar de ellos en estas fechas también serán variadas y se relacionarán con el carácter de cada adolescente. “Algunos más introvertidos tenderán a presentar una sintomatología ligada a lo emocional o que afecte la esfera emocional. Los jóvenes más extrovertidos tenderán a manifestarse a través de la conducta y su comportamiento, en el hacer”, indica.

No obstante, para todos los casos es importante que el joven sepa que los padres lo apoyan, que están orgullosos de él y que independientemente de sus resultados en la PSU, puede contar con ellos. “Esto suele ocurrir en las familias en las que hay un diálogo abierto, franco y buenas relaciones interpersonales, a diferencia de los que ocurre en las familias más estrictas o cerradas, donde es posible que estos jóvenes se sientan más presionados, exigidos y con menos posibilidades de ser y sentirse respaldados por sus padres”, comenta.

Sobre el modo de acompañamiento, Carmen Gutiérrez indica que este dependerá de cada familia, ya que cada una conoce a sus integrantes y sabe cuál es el resultado esperable en la PSU en razón de su historial académico. “Los resultados de la PSU no se improvisan, ya que están estrechamente ligados a la historia académica escolar. Es importante que la familia tenga una expectativa realista acerca del posible resultado de su hijo en la PSU y, desde esa base, barajar y decidir las mejores opciones posibles de estudio superior. En ese sentido, una expectativa realista de su hijo, con su proyección de futuro, es también una buena forma de apoyar. Obviamente, en la medida que haya más espacios de diálogo y mayor apertura a enfrentar estos temas, expectativas, temores y sueños asociados de manera abierta y franca, es una buena manera de estar presentes y contener”, señala.

Mal resultado

Ahora, en el momento en que el joven tiene los resultados en mano y el puntaje no es lo que se esperaba, la especialista recomienda, en primer lugar, evaluar las razones de ese resultado y diferenciar entre las causas que se pueden modificar y las que no. “Ese análisis va a definir los escenarios posibles y con ello los cursos de acción. Es importante que el proceso de toma de decisión se haga de la manera más informada posible, confirmar que se tienen todos los antecedentes a la mano. En otras palabras, es importante considerar que los resultados de la PSU no son los únicos elementos para decidir una acción posible”, plantea.

En esta circunstancias, la psicóloga recomienda a los padres y adultos que lo más importante y fundamental es tener presente que el resultado obtenido en la PSU no define las capacidades de una persona. “El resultado refleja el nivel de conocimiento adquirido a lo largo de su educación media. Es importante, por cierto, pero su importancia no excede los límites de lo que evalúa. Además, es de conocimiento que hoy en día son muchas las instituciones de educación superior que existen como alternativa: universidades privadas, universidades pertenecientes al CRUCH, Centros Profesionales, Institutos Profesionales; como también hay casos en los cuales la opción es trabajar, ya sea de manera definitiva o hasta que se reúnan fondos para hacer otras cosas, o resolver una situación personal o familiar coyuntural”, indica.

Sobre la opción de un año sabático, la psicóloga no lo recomienda en esta etapa de la vida. “Si pensamos en un joven que ha egresado recientemente del colegio, que está en proceso de construir su proyecto de vida, un año sabático, sin orientación, metas o propósitos, no es conveniente. Menos si la razón de ello es porque no pudo concretar sus planes. Los jóvenes necesitan estructura y un propósito. Si no pudo concretar su sueño, prepárese, haga lo que tenga que hacer para poder concretar su sueño”, concluye.