Hong Kong volvió a la normalidad este viernes con un tráfico ininterrumpido de vehículos en la principal autovía urbana, tras la evacuación de los manifestantes prodemocracia que ocupaban desde hacía más de dos meses el centro de esta ex colonia británica.

La policía desmanteló las barricadas, destruyó las acampadas y detuvo a más de 200 manifestantes, que permanecían en el principal campamento del movimiento en la isla de Hong Kong desde finales del mes de septiembre.

Esta operación, que cientos de policías llevaron a cabo sin disturbios en el barrio de negocios de Admiralty, cercano a la sede del gobierno, pone fin a la mayor crisis política de Hong Kong desde su devolución en 1997 a China.

Los manifestantes, en su mayoría estudiantes y jóvenes trabajadores, reclamaban la instauración de un verdadero sufragio universal y denunciaban el control por parte de Pekín de los candidatos al puesto de jefe del ejecutivo local.

Las autoridades chinas no realizaron ninguna concesión respecto a estas reivindicaciones. Por su parte, los manifestantes se comprometieron a continuar la lucha de otra manera.

“Volveremos. No es el final del movimiento”, aseguraba el jueves por la noche a la AFP la diputada Claudia Mo. “El despertar de la conciencia política de la juventud es irreversible y el combate continúa”.

Sin embargo, algunos no escondían su amargura este viernes por el fracaso de las manifestantes, que contaban con un fuerte apoyo popular, pero que obligaron a los habitantes a pasar varias horas en los transportes públicos.

“Estoy muy deprimido”, aseguraba Kim Lo, un trabajador del sector inmobiliario de 34 años. “Ahora debemos pensar qué queremos. No pienso que debamos volver a la calle por el momento”.

Benny Tai, el líder del grupo Occupy Central y partidario en un primer momento de ocupar los barrios estratégicos, también rechazaba la perspectiva de una acampada en un futuro próximo. “Habrá nuevas acciones de resistencia”, añadió.