Crítica de Teatro: “Romeo prisionero”

Romeo prisionero
Romeo prisionero
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A veces se estrenan montajes que acercan los clásicos a un público más masivo, actualizando los grandes temas que plantean -sin distorsionarlos-, y sin descuidar lo artístico.

Sucede con “Romeo prisionero”, que dirige Felipe Ríos, adaptación de la obra de Shakespeare (1564-1616), según traducción de Pablo Neruda y la versión del 2006, dirigida en el Teatro Nacional Chileno, por Fernando González (Premio Nacional de Artes 2005).
Un elenco de 12 actores se distribuyen 14 personajes de, según algunos, la más bella historia de amor jamás contada.
Felipe Ríos propone un punto de vista discutible, obviamente, para un espectáculo cuyas opciones son muy bien resueltas.
Activa adaptación

Sin cambiar una coma del texto original, que se entrega en verso de manera eficiente, el director propone un sugerente cambio de género.
En un elenco sólo de actores que visten camisa blanca y ajustados trajes negros masculinos, los roles femeninos son interpretados por hombres, homenaje al teatro isabelino (1558-1625). Incluso el de Julieta (Benjamín Bou).

Romeo prisionero

Romeo prisionero

Pero no es una Julieta travestida ni con amaneramientos que busquen asociarlo al típico perfil homosexual o femenino. Desde allí se entabla un vínculo amoroso y erótico con Romeo (Francisco Dañobeitía).
En este sentido, el director logra algo valioso: que la relación de ambos adolescentes emane de la parte femenina que poseen los hombres, así como lo masculino de las mujeres.

Y esto ocurre aunque se advierta una cierta disonancia al ver a un actor asumiendo textos orginales de una mujer, sin perder su masculinidad en la suavidad de los gestos.

Revolución biológica

Las pasiones desbordadas de rabia y odio dominan la obra. También la sensualidad de todos sus personajes. Y aunque, incluso, hay un acercamiento entre
Romeo y uno de sus amigos, y el beso en la boca de Romeo y Julieta es largo e intenso, la propuesta no exacerba lo sexual-erótico ni tampoco hace propaganda homosexual.

Sólo da cuenta de la revolución hormonal de los protagonistas. Porque ni la riqueza ni el odio entre los Montesco y los Capuleto detienen a estos adolescentes en pleno proceso de cambios.

Romeo prisionero

Romeo prisionero

Estas conductas se enfatizan en el espacio vacío en que ocurre la obra, sin escenografía y con el apoyo de sólo dos bancas con adormos dorados.
Ríos construye diversas atmósferas con todo el elenco en escena utilizando un activo juego coral de coreografías que se realizan con sentido y precisión, que apoyan la generación de estados de animo, emociones, tensiones, pausas y vértigo.

A este espectáculo entretenido que dibuja altas y bajas pasiones del alma humana, ayudan con sus intensas sugerencias una iluminación movediza y la música de Queen y Door, entre otras.

Este “Romeo prisionero” del odio entre dos familias que impide el amor adolescente también equivale a una opinión sobre la tolerancia, la diversidad y la no discriminación.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Sala Finis Terrae (Pocuro 1935. F: 2-2420 7444.)
Funciones: Viernes y Sábado a 21.00; Domingo 20.00.
Valores: $ 8.000 y $ 4.000. Hasta el 14 de Diciembre.

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A veces se estrenan montajes que acercan los clásicos a un público más masivo, actualizando los grandes temas que plantean -sin distorsionarlos-, y sin descuidar lo artístico.

Sucede con “Romeo prisionero”, que dirige Felipe Ríos, adaptación de la obra de Shakespeare (1564-1616), según traducción de Pablo Neruda y la versión del 2006, dirigida en el Teatro Nacional Chileno, por Fernando González (Premio Nacional de Artes 2005).
Un elenco de 12 actores se distribuyen 14 personajes de, según algunos, la más bella historia de amor jamás contada.
Felipe Ríos propone un punto de vista discutible, obviamente, para un espectáculo cuyas opciones son muy bien resueltas.
Activa adaptación

Sin cambiar una coma del texto original, que se entrega en verso de manera eficiente, el director propone un sugerente cambio de género.
En un elenco sólo de actores que visten camisa blanca y ajustados trajes negros masculinos, los roles femeninos son interpretados por hombres, homenaje al teatro isabelino (1558-1625). Incluso el de Julieta (Benjamín Bou).

Romeo prisionero

Romeo prisionero

Pero no es una Julieta travestida ni con amaneramientos que busquen asociarlo al típico perfil homosexual o femenino. Desde allí se entabla un vínculo amoroso y erótico con Romeo (Francisco Dañobeitía).
En este sentido, el director logra algo valioso: que la relación de ambos adolescentes emane de la parte femenina que poseen los hombres, así como lo masculino de las mujeres.

Y esto ocurre aunque se advierta una cierta disonancia al ver a un actor asumiendo textos orginales de una mujer, sin perder su masculinidad en la suavidad de los gestos.

Revolución biológica

Las pasiones desbordadas de rabia y odio dominan la obra. También la sensualidad de todos sus personajes. Y aunque, incluso, hay un acercamiento entre
Romeo y uno de sus amigos, y el beso en la boca de Romeo y Julieta es largo e intenso, la propuesta no exacerba lo sexual-erótico ni tampoco hace propaganda homosexual.

Sólo da cuenta de la revolución hormonal de los protagonistas. Porque ni la riqueza ni el odio entre los Montesco y los Capuleto detienen a estos adolescentes en pleno proceso de cambios.

Romeo prisionero

Romeo prisionero

Estas conductas se enfatizan en el espacio vacío en que ocurre la obra, sin escenografía y con el apoyo de sólo dos bancas con adormos dorados.
Ríos construye diversas atmósferas con todo el elenco en escena utilizando un activo juego coral de coreografías que se realizan con sentido y precisión, que apoyan la generación de estados de animo, emociones, tensiones, pausas y vértigo.

A este espectáculo entretenido que dibuja altas y bajas pasiones del alma humana, ayudan con sus intensas sugerencias una iluminación movediza y la música de Queen y Door, entre otras.

Este “Romeo prisionero” del odio entre dos familias que impide el amor adolescente también equivale a una opinión sobre la tolerancia, la diversidad y la no discriminación.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Sala Finis Terrae (Pocuro 1935. F: 2-2420 7444.)
Funciones: Viernes y Sábado a 21.00; Domingo 20.00.
Valores: $ 8.000 y $ 4.000. Hasta el 14 de Diciembre.