Metropolitan ofrece ópera “Las Bodas de Fígaro” de Mozart con voces excepcionales

Fígaro y Cherubino- MOH
Fígaro y Cherubino- MOH
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Con un despliegue de voces de excepcional calidad continuó, este sábado 18 de octubre, la temporada de ópera vía satélite desde el Metropolitan de Nueva York, que ofrece el Teatro Nescafé de las Artes, de Manuel Montt 022 con Providencia y que en esta ocasión presentó la segunda obra del ciclo, “Las Bodas de Fígaro” de Wolfgang Amadeus Mozart.

La nueva producción de una de las obras maestras del genial compositor austríaco, sitúa la acción de esta comedia doméstica clásica en una casa señorial del siglo 19 en Sevilla, pero durante la edad dorada de finales de 1920.

El bajo lírico ruso Ildar Abdrazakov encabezó el reparto en el papel protagonista de Fígaro, el siervo inteligente, junto a la soprano alemana Marlis Petersen como su prometida, Susana; el barítono sueco Peter Mattei como el mujeriego Conde de Almaviva para quien trabajan, la soprano lírica estadounidense Amanda Majeski como la sufrida Condesa, y la también norteamericana mezzosoprano Isabel Leonard, como Cherubino, el paje libidinoso.

Todos estos intérpretes cumplieron actuaciones realmente notables, tanto por sus voces como por su calidad teatral, llevándose las palmas junto a ellos, la excelente dirección de escena de Richard Eyre, junto a la orquesta del “eterno del Met”, James Levine.

Un intrincado argumento se desarrolla a partir que Susanna y Fígaro preparan su boda, al tiempo que el Conde de Almaviva -intentando tomarla antes que su futuro esposo-, y en colaboración con Don Basilio, pretende restaurar el derecho feudal ya abolido del “jus primae noctis” (derecho de la primera noche).

Don Bartolo, que fuera burlado por Fígaro, desea vengarse ayudado por Marcellina, que está enamorada de Fígaro. A su vez, Cherubino, declara su pasión por la Condesa de Almaviva.

La musicalidade de Mozart se muestra en plenitud en esta obra, aprovechando hasta el mínimo detalle el hábil y bien forjado libreto del abate Lorenzo da Ponte. Todo lo del genio de Salzburgo es brillante y la arquitectura de su obra se desenvuelve con fluidez, orden y belleza en que los solistas vocales realmente resplandecen.

Cada aria, duo, trío o incluso sexteto son ejecutados a la perfección. Hay que ver y escuchar el paso a paso de esta pieza para arribar al deleite.

Asimismo, cabe destacar el gran número de composiciones de esta ópera, que han pasado a la inmortalidad: “Se vuol ballare” y “Non piu andrai, farfafallone amoroso”, Fígaro, del acto primero; “Porgi, amor, qualche ristoro”, La Condesa; “Voi che sapete”, Querubino, ambas acto segundo; “vedró, mentr´io sospiro”, El Conde y “Dove sono”, La Condesa, ambas del acto tercero.

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Con un despliegue de voces de excepcional calidad continuó, este sábado 18 de octubre, la temporada de ópera vía satélite desde el Metropolitan de Nueva York, que ofrece el Teatro Nescafé de las Artes, de Manuel Montt 022 con Providencia y que en esta ocasión presentó la segunda obra del ciclo, “Las Bodas de Fígaro” de Wolfgang Amadeus Mozart.

La nueva producción de una de las obras maestras del genial compositor austríaco, sitúa la acción de esta comedia doméstica clásica en una casa señorial del siglo 19 en Sevilla, pero durante la edad dorada de finales de 1920.

El bajo lírico ruso Ildar Abdrazakov encabezó el reparto en el papel protagonista de Fígaro, el siervo inteligente, junto a la soprano alemana Marlis Petersen como su prometida, Susana; el barítono sueco Peter Mattei como el mujeriego Conde de Almaviva para quien trabajan, la soprano lírica estadounidense Amanda Majeski como la sufrida Condesa, y la también norteamericana mezzosoprano Isabel Leonard, como Cherubino, el paje libidinoso.

Todos estos intérpretes cumplieron actuaciones realmente notables, tanto por sus voces como por su calidad teatral, llevándose las palmas junto a ellos, la excelente dirección de escena de Richard Eyre, junto a la orquesta del “eterno del Met”, James Levine.

Un intrincado argumento se desarrolla a partir que Susanna y Fígaro preparan su boda, al tiempo que el Conde de Almaviva -intentando tomarla antes que su futuro esposo-, y en colaboración con Don Basilio, pretende restaurar el derecho feudal ya abolido del “jus primae noctis” (derecho de la primera noche).

Don Bartolo, que fuera burlado por Fígaro, desea vengarse ayudado por Marcellina, que está enamorada de Fígaro. A su vez, Cherubino, declara su pasión por la Condesa de Almaviva.

La musicalidade de Mozart se muestra en plenitud en esta obra, aprovechando hasta el mínimo detalle el hábil y bien forjado libreto del abate Lorenzo da Ponte. Todo lo del genio de Salzburgo es brillante y la arquitectura de su obra se desenvuelve con fluidez, orden y belleza en que los solistas vocales realmente resplandecen.

Cada aria, duo, trío o incluso sexteto son ejecutados a la perfección. Hay que ver y escuchar el paso a paso de esta pieza para arribar al deleite.

Asimismo, cabe destacar el gran número de composiciones de esta ópera, que han pasado a la inmortalidad: “Se vuol ballare” y “Non piu andrai, farfafallone amoroso”, Fígaro, del acto primero; “Porgi, amor, qualche ristoro”, La Condesa; “Voi che sapete”, Querubino, ambas acto segundo; “vedró, mentr´io sospiro”, El Conde y “Dove sono”, La Condesa, ambas del acto tercero.