Los indígenas, sector mayoritario de Bolivia pero históricamente marginado, se hicieron protagonistas y ocuparon espacios de poder con la llegada al gobierno de Evo Morales, primer presidente aborigen en el país y quien buscará un tercer mandato en las elecciones del próximo 12 de octubre.

Nacido en una empobrecida aldea aymara, Morales, un dirigente cocalero de 54 años, lidera desde 2006 un gobierno en que indígenas y campesinos juegan un rol preponderante y son su principal sostén.

“No hemos llegado al Palacio (de Gobierno) de inquilinos, ni estamos de paso, hemos llegado para quedarnos definitivamente, si es posible más de 500 años”, suele proclamar el mandatario, que con frecuencia reivindica en sus discursos su origen indígena.

Principales temas de la política nacional, como la futura ley antinarcóticos o proyectos de desarrollo, son consultados con los campesinos, indígenas y los sindicatos de productores de coca, la hoja sagrada de los pueblos de los Andes.

Así, los olvidados de antes son hoy principales actores: es habitual que desde una curul en el Congreso un senador aymara dicte leyes de reforma o que una joven quechua, ajena al poder político, maneje con destreza el escalpelo, a punto de convertirse en la primera médica indígena del país.

Para algunos analistas, este espacio ganado por los indígenas bolivianos no es obra exclusiva de Morales, sino fruto de un proceso de décadas.

“Yo creo que el MAS (Movimiento Al Socialismo, partido de Morales) es hijo del proceso de ampliación de la democracia, que todavía no ha acabado”, opinó recientemente la politóloga Moira Zuazo en una conferencia.

Cambio de apellidos

Bolivia, con 6,2 millones de indígenas que representan un 62,2% de sus habitantes, es el país de América Latina con mayor porcentaje de población autóctona, según el más reciente informe de la Cepal.

Hasta la revolución popular de 1952 existió en Bolivia un sistema de pongos, como se llamaba a los criados indígenas sin salario, en situación de semiesclavitud.

Y aún más adelante en el siglo XX la discriminación era tal que el primer vicepresidente indígena, Víctor Hugo Cárdenas, quien asumió en 1993 con un gobierno liberal, tuvo que ‘castellanizar’ su apellido aymara (Chukiwanka) para ser admitido en una universidad y por la sociedad.

No obstante, no todos están convencidos de que este proceso de nuevos espacios que gana el sector indígena campesino esté siendo canalizado por la vía correcta.

El politólogo y profesor universitario Diego Ayo dijo a la AFP que el auge económico que vive Bolivia está propiciando un desarrollo de élites de comerciantes, pero también de contrabandistas y hasta narcotraficantes.

“Tenemos indígenas o ciudadanos de origen indígena empoderados económicamente en el marco de un capitalismo notoriamente perverso”, sostuvo.

Mejoras en el campo

En el área rural, los indígenas se han beneficiado con una mejor cobertura hospitalaria, educativa, deportiva y de telecomunicaciones.

Respecto al comportamiento de este sector en las próximas elecciones, Ayo consideró que “es errado pensar que la votación va a ser uniforme, que los indígenas votan por indígenas”.

El sociólogo aymara Félix Patzy, ex ministro de Evo Morales y hoy disidente, comentó a la AFP que “una cosa es el buen deseo de arrasar (en las elecciones) pero han estancado su mente en el 2006″, cuando Evo Morales logró el 54% de los sufragios.

Sin embargo, Morales parece tener un ‘voto duro’ en el área rural indígena.

Para contrarrestarlo, el Partido Verde apoya a un indígena amazónico, Fernando Vargas, que recoge el 1% de la preferencia y a quien la policía reprimió cuando se oponía a la construcción de una vía a través de una reserva ecológica.

La derecha, a la vez, apoya a Tomasa Yarhui, abogada indígena de 46 años de edad, candidata a la vicepresidencia en la fórmula del ex presidente liberal Jorge Quiroga, que tiene el 7% de apoyo.

A menos de dos semanas de los comicios, que renovarán también el Congreso, Morales puntea las preferencias con 54% de apoyo, 40 puntos más que el segundo, el empresario Samuel Doria Medina, que recoge 14%.

Morales, que dirige a los sindicatos de campesinos productores de coca desde 1980, ganó las elecciones en 2005 con el 54% de los votos, una cifra inédita en Bolivia en el último medio siglo.

En 2009, fue reelegido con el 64% de apoyo y espera ampliar la ventaja en esta ocasión a un 70% de los votos, que le daría además el control absoluto del Congreso.