Muchos piensan que en el deporte el objetivo es sólo ganar y obtener el primer lugar. Eso ha llevado a que en ocasiones se puedan presenciar vergonzosos actos en competencias, donde los protagonistas hacen de todo por subir a lo más alto del podio.

Sin embargo, muy poco se toma en cuenta el camino recorrido por el deportista antes de participar en un evento en específico. Menos aún el esfuerzo de la persona, pese a no lograr un puesto destacado.

Eso sí, hay momentos en que notables ejemplos nos llevan a repensar que ganar no es todo. Es lo que ocurrió con Johnn Akhwari en la maratón de los Juegos Olímpicos de 1968, desarrollados en México.

El oriundo de Tanzania acabó en el último puesto de la cita -y llegando más de una hora después que su antecesor-, pero dio una cátedra de superación que es recordada hasta nuestros días.

Resulta que Akhwari tuvo un incidente durante el recorrido que le provocó un profundo corte en la pierna derecha, perjudicando la articulación de su rodilla… ¡Pero no se retiró!.

El deportista improvisó una venda y continuó participando, y eso fue premiado. Cuando llegó al Estadio para cumplir los últimos kilómetros antes de llegar a la meta recibió una tremenda ovación del -a esa altura poco- público asistente.

Trotando los últimos metros Johnn Akhwari traspasó la línea final con evidente dolor, pero su alegría de concluir, aunque sea en el último puesto era mayor: “Mi país no me hizo viajar 10 mil kilómetros para que empezara la carrera. Me hicieron viajar 10 mil kilómetros para que la terminara”, afirmó a la prensa tras su heroica prueba.

http://youtu.be/nlfMogR7ZnI