Sinfónica de Chile brilla bajo la batuta de José Luis Domínguez‏

José Luis Domínguez- Visionescríticas
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José Luis Domínguez, Director residente de la Orquesta Filarmónica de Santiago, dio una muestra de su calidad de gran músico el reciente fin de semana, al conducir con mano maestra, el brillante concierto de la Orquesta Sinfónica de Chile, con un programa de obras de compositores escandinavos: Jean Sibelius con “Finlandia”, Edward Grieg con “Peer Gynt” y Carl Nielsen con el estreno en Chile de la Sinfonía N° 2.

La velada en el Teatro Universidad de Chile, donde se repasó el trabajo de los tres compositores escandinavos, se inició con el finlandés Jean Sibelius, de quien se ofreció una de sus obras más conocidas, el poema sinfónico “Finlandia”, la cual incluso fue el símbolo de un antiguo programa chileno de televisión. Esta composición breve, con marcado acento nacionalista, permite el lucimiento de bronces y percusión. En la ocasión, los elogios fueron para el percusionista Juan Coderch.

“Finlandia” es una obra ágil y vivaz, que significa esfuerzo e inspiración. Sibelius la dividió en dos partes: la primera, un Andante sostenuto, que evoca el paisaje de la patria y su belleza y también la presión del dominio ruso y su influencia sobre el Gran Ducado del país escandinavo; la segunda, Allegro moderato, ofrece un ritmo marcial, con una melodía que ha sido adaptada a textos de diversos himnos religiosos.

A continuación, como obra central del concierto, vino la Suite de ballet “Peer Gynt”, del noruego Edvard Grieg, con sus partes 1 y 2, con temas a pedido del célebre dramaturgo Henrik Ibsen, autor de la obra literaria del mismo nombre. Domínguez sacó gran partido de esta bella composición, en especial de las cuerdas, en que sobresalió en gran medida, el violín concertino de Héctor Viveros.

La conocida creación, en que también se hizo notar la jerarquía de los flautistas ejecutantes, se divide en temas muy conocidas y de gran llegada a los melómanos: La Suite número 1, con “La mañana”, un Allegro pastoral en Mi mayor; “La muerte de Ase”, un Andante doloroso en Si menor; la famosa “Danza de Anitra”, en Tempo de mazurca en La menor y “El palacio del rey de la montaña”, Alla marcia e molto marcato en Si menor.

En la Suite número 2 sobresalen, “El lamento de Ingrid”, Allegro furioso, Andante en sol menor; la colorida “Danza árabe, Allegro vivace en Do; “El regreso de Peer Gynt”, Preludio al Acto V, en Fa menor, que evoca una tempestad y, finalmente, “La canción de Solveig”, Andante en La menor, con pleno lucimiento de los violines, que remplazan a la soprano, de la versión original.

El programa cerró con el estreno en Chile de la Sinfonía número 2, del danés Carl Nielsen, “Los cuatro temperamentos”, una composición inspirada en una serie de pinturas, largamente utilizada para describir las características físicas y de personalidad, expuestas en una posada del pueblo de Sjaelland.

Nielsen describe en cuatro movimientos los estados de ánimo: impetuoso, indolente, melancólico y alegre. Además de revelar el magistral talento del compositor, para el retrato sonoro, la sinfonía demuestra también una de las técnicas particulares de Nielsen, que llamó “la tonalidad progresista”: una serie de aventureras modulaciones que pasan por alto las claves formales, características de la mayoría de las sinfonías clásicas y románticas.

Según el director, se trata de “una pieza muy folclórica, rítmica, extremadamente virtuosa para la orquesta, rápida y vibrante.” La composición ofrece gran ritmo, marcialidad y mucho uso de bronces y percusión, pero en general permitió el lucimiento total de la orquesta en pleno, bajo la conducción de un comprometido y enérgico director, el cual sacó múltiples aplausos finales del público asistente.

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José Luis Domínguez, Director residente de la Orquesta Filarmónica de Santiago, dio una muestra de su calidad de gran músico el reciente fin de semana, al conducir con mano maestra, el brillante concierto de la Orquesta Sinfónica de Chile, con un programa de obras de compositores escandinavos: Jean Sibelius con “Finlandia”, Edward Grieg con “Peer Gynt” y Carl Nielsen con el estreno en Chile de la Sinfonía N° 2.

La velada en el Teatro Universidad de Chile, donde se repasó el trabajo de los tres compositores escandinavos, se inició con el finlandés Jean Sibelius, de quien se ofreció una de sus obras más conocidas, el poema sinfónico “Finlandia”, la cual incluso fue el símbolo de un antiguo programa chileno de televisión. Esta composición breve, con marcado acento nacionalista, permite el lucimiento de bronces y percusión. En la ocasión, los elogios fueron para el percusionista Juan Coderch.

“Finlandia” es una obra ágil y vivaz, que significa esfuerzo e inspiración. Sibelius la dividió en dos partes: la primera, un Andante sostenuto, que evoca el paisaje de la patria y su belleza y también la presión del dominio ruso y su influencia sobre el Gran Ducado del país escandinavo; la segunda, Allegro moderato, ofrece un ritmo marcial, con una melodía que ha sido adaptada a textos de diversos himnos religiosos.

A continuación, como obra central del concierto, vino la Suite de ballet “Peer Gynt”, del noruego Edvard Grieg, con sus partes 1 y 2, con temas a pedido del célebre dramaturgo Henrik Ibsen, autor de la obra literaria del mismo nombre. Domínguez sacó gran partido de esta bella composición, en especial de las cuerdas, en que sobresalió en gran medida, el violín concertino de Héctor Viveros.

La conocida creación, en que también se hizo notar la jerarquía de los flautistas ejecutantes, se divide en temas muy conocidas y de gran llegada a los melómanos: La Suite número 1, con “La mañana”, un Allegro pastoral en Mi mayor; “La muerte de Ase”, un Andante doloroso en Si menor; la famosa “Danza de Anitra”, en Tempo de mazurca en La menor y “El palacio del rey de la montaña”, Alla marcia e molto marcato en Si menor.

En la Suite número 2 sobresalen, “El lamento de Ingrid”, Allegro furioso, Andante en sol menor; la colorida “Danza árabe, Allegro vivace en Do; “El regreso de Peer Gynt”, Preludio al Acto V, en Fa menor, que evoca una tempestad y, finalmente, “La canción de Solveig”, Andante en La menor, con pleno lucimiento de los violines, que remplazan a la soprano, de la versión original.

El programa cerró con el estreno en Chile de la Sinfonía número 2, del danés Carl Nielsen, “Los cuatro temperamentos”, una composición inspirada en una serie de pinturas, largamente utilizada para describir las características físicas y de personalidad, expuestas en una posada del pueblo de Sjaelland.

Nielsen describe en cuatro movimientos los estados de ánimo: impetuoso, indolente, melancólico y alegre. Además de revelar el magistral talento del compositor, para el retrato sonoro, la sinfonía demuestra también una de las técnicas particulares de Nielsen, que llamó “la tonalidad progresista”: una serie de aventureras modulaciones que pasan por alto las claves formales, características de la mayoría de las sinfonías clásicas y románticas.

Según el director, se trata de “una pieza muy folclórica, rítmica, extremadamente virtuosa para la orquesta, rápida y vibrante.” La composición ofrece gran ritmo, marcialidad y mucho uso de bronces y percusión, pero en general permitió el lucimiento total de la orquesta en pleno, bajo la conducción de un comprometido y enérgico director, el cual sacó múltiples aplausos finales del público asistente.