Una isla del sur de China cuenta con el mayor acuario del mundo a la espera de convertirse en un laboratorio de las reformas de las autoridades para reactivar el consumo.

Vecina de Macao, la isla de Hengqin está frente a la ciudad de Shenzhen, a las puertas de Hong Kong.

Hace 35 años, Shenzhen, un pueblo de pescadores, fue designado como zona económica especial. Hoy es una ciudad de 10 millones de habitantes llena de rascacielos.

Hengqin sigue cubierta de campos y de terrenos sin cultivar, pero las autoridades quieren probar en ella el modelo económico de la China de mañana.

En espera de los polos educativos, de las industrias creativas, de los parques temáticos y de los hoteles destinados a atraer a los consumidores de clase media, la isla ha empezado a dotarse de un acuario que ha costado 5.000 millones de dólares.

Chimelong Ocean Kingdom, que abrió sus puertas en marzo, es un complejo de más de 130 hectáreas que acogen diversas atracciones y hoteles.

Sus estanques albergan 49 millones de litros de agua (50.000 toneladas) lo que lo convierte en el mayor acuario del mundo, según el Guinness de los Récords.

“¡Es inmenso! ¡Incluso hay tortugas!”, exclamó Wu Junfeng, de 11 años, con su entrada de 300 yuanes (28 mil pesos) en la mano, mientras mira cíclidos amarillos, peces espada o tiburones.

Ventajas fiscales

Después de tres décadas de apertura y de reformas, el insolente crecimiento decae y Pekín intenta reequilibrar su economía. Se propone reducir la dependencia de las exportaciones, recortar la sobrecapacidad industrial y dopar el consumo interno. Este es el modelo que supuestamente encarnará Hengqin.

Como parte de un ambicioso programa lanzado en 2008, las autoridades locales otorgaron importantes recortes fiscales que, según ellas, atrajeron inversiones del orden de 250.000 millones de yuanes (unos 30.000 millones de dólares).

“Hemos adoptado más medidas especiales que las propias zonas económicas especiales”, asegura Niu Jing, jefe del gobierno de la isla, quien destaca la proximidad con Hong Kong y Macao.

Hong Kong es un centro financiero y la excolonia portuguesa alberga casinos con ingresos superiores a los de Las Vegas.

Sin embargo no acaban de concretarse algunas de las reformas emblemáticas prometidas por las autoridades en Hengqin, que espera multiplicar su población por 25 antes de 2020.

Para estimular las “actividades creativas”, Hengqin se había comprometido el año pasado a ofrecer “un acceso sin restricciones a internet”, lo que equivale a echar abajo la “gran muralla informática” que prohíbe en China consultar sitios como las redes sociales Twitter y Facebook.

“Los residentes tendrán los mismos derechos sociales y políticos que en Macao”, había asegurado el diario estatal China Daily.

Pero este verano internet seguía censurada y las autorides no quieren pronunciarse sobre los derechos de los residentes.

La universidad de Macao anunció la apertura en Hengqin de un campus de 15.000 estudiantes regido por su legislación, reputada por proteger las libertades universitarias.

Pero incluso Macao no está al abrigo de Pekín: un profesor universitario del territorio perdió su cargo en julio tras una conferencia sobre las hambrunas históricas provocadas por las políticas maoístas.

Mark RALSTON | AFP

Mark RALSTON | AFP