La muerte en Siria del periodista estadounidense James Foley muestra el dilema de los gobiernos occidentales: no pagar los rescates de los rehenes y arriesgar sus vidas, o pagarlos y así financiar a los secuestradores e impulsar los secuestros.

Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron desde hace tiempo rechazar cualquier intercambio de dinero, mientras otros países europeos, entre ellos Francia, lo niegan oficialmente pero lo utilizan, a veces a través de intermediarios.

Luego de meses de incertidumbre, los allegados de James Foley recibieron por mail una petición de rescate poco realista de cien millones de dólares, indicó una fuente que participó en los esfuerzos hechos para liberarlo y que pidió no ser identificada.

La administración estadounidense se mostró inflexible: de ninguna manera pagar e inclusive una prohibición de hacerlo o negociar en ese sentido.

El 13 de agosto, según la misma fuente, la familia del reportero recibió un último mensaje en el que se anunciaba que en represalia a los bombardeos de la aviación estadounidense a las posiciones del Estado islámico en Irak, James Foley sería ejecutado. Menos de una semana más tarde el tenebroso video de su decapitación fue enviado a las redes.

“Estados Unidos pudo negociar sobre otros temas como se vio recientemente en Afganistán, donde liberaron presos de Guantánamo a cambio de su soldado capturado, pero como los ingleses o los israelíes, en materia de dinero su política es firme: no se paga”, dijo a la AFP Alain Chouet, ex jefe del servicio de inteligencia en la DGSE, los servicio secretos exteriores franceses.

“De todas maneras, los rehenes representan un verdadero dilema”, agregó. “De un lado, habría que defender a sus ciudadanos por todos los medios, por otro la experiencia prueba que cuando no se paga, uno se hace secuestrar menos. Nosotros, los países que pagamos, somos a veces considerados por los movimientos terroristas como vacas lecheras, pues les suministramos una renta y de manera muy fácil”.

En una conferencia en Londres en 2012 David Cohen, subsecretario del Tesoro estadounidense encargado de terrorismo, consideró en 120 millones de dólares el monto de los rescates pagados a organizaciones terroristas entre 2004 y 2012.

Círculo vicioso

“El pago de rescates lleva a nuevos secuestros y nuevos secuestros llevan a nuevos rescates y refuerzan a las organizaciones terroristas”, declaró.

“Hay que romper el círculo vicioso (…) Sabemos que los secuestradores distinguen entre los Estados que pagan y los que rechazan”, añadió.

“Sabemos por ejemplo que en 2011 Al Qaeda en el Maghreb islámico tuvo como objetivo principalmente europeos, no a estadounidenses, porque pensaban que algunos gobiernos europeos pagarían”, agregó.

Esta diferencia fue hecha también por los secuestradores y los rehenes.

Rehén de los talibanes en Afganistán durante más de siete meses en 2009 antes de evadirse, el periodista estadounidense David Rohde pide, en un artículo publicado en el semanario The Atlantic, que las potencias occidentales tengan políticas coincidentes y sean más transparentes.

“La ejecución de Foley es la muestra más clara de que las respuestas diferentes a los secuestros por los gobiernos estadounidenses y europeos salvan a los rehenes europeos y condenan a los estadounidenses” dijo en un artículo titulado “Como Estados Unidos y Europa abandonaron a James Foley”. “Los rehenes y sus familias lo saben bien aunque el público lo ignore”.

Para mostrar que si actúa frente a los secuestradores, la administración estadounidense reveló el miércoles que un ataque de las fuerzas espaciales estadounidenses para tratar de liberar a los rehenes, entre ellos James Foley, este verano, fracasó porque no se encontraban en el lugar.

Interrogado por la AFP luego del asesinato de James Foley, el periodista francés Nicolas Hénin, liberado luego de haber compartido el calvario, dijo que “los rehenes de países famosos por no negociar saben que su caso es más complicado”.

Otro ex rehén francés, que pidió no ser mencionado, agregó que los rehenes estadounidenses “viven el secuestro de manera diferente. Para ellos el temor es mucho más fuerte. Saben que a diferencia de nosotros, su gobierno no negocia”.