Premio Nacional de Literatura: ¿De atrás pica Pedro Lemebel?

Detalle de la portada de La esquina es mi corazón
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La lucha se vislumbra dura, con varios candidatos en pugna y con Lemebel entrando por los palos…

Los nombres son varios, cada cual con sus méritos que, el particular jurado (que no discutiremos aquí si es el mejor a estas alturas de la historia), deberán sopesar para elegir a uno.

Antonio Skármeta, Germán Marín, Poli Délano han sonado los últimos meses. Pero Pedro Lemebel puede –y tiene argumentos e historia- desarmar el “naipe”, muy consecuente con él, dado a “revolver el gallinero”.

También suena Patricio Manns, con doble postulación al estar también en Artes Musicales. Aunque parece poco presentable que le den el premio de literatura sin haber obtenido el de Música… más allá de si es competitivo o no en literatura.

Algunos candidatos

Antonio Skármeta se destaca por su gran labor difundiendo el libro, las letras y la lectura en programas de televisión que hicieron historia. Y por tener algunos títulos que son hitos en nuestra literatura, como el cuento El ciclista del San Cristóbal y el famoso cartero (Ardiente paciencia o El cartero de Neruda) que ha inspirado tantas obras sobre el poeta (en particular Il Postino, con la notable actuación de Massimo Troisi). Un texto que crea un Neruda creible y humano, genial y cercano. También en su juventud partició en teatro. Pero su obra, a nuestro entender, hace mucho tiempo que no tiene grandes obras. Algunos encuentran su literatura ingeniosa, llena de juegos de frases y palabras, pero un tanto liviana. Otro punto que puede jugar en contra es su cercanía política con el gobierno (la Concertación), cercanía que puede favorecerlo o “quemarlo”.

Germán Marín tiene una gran producción, con algunos títulos notables, como Ídola, a nuestro entender un texto fundamental que mezcla una mirada ácida a nuestra sociedad con toques surrealistas y pinceladas kafkianas. Pero, por alguna razón, ha publicado demasiado en los últimos años, con títulos como Guarén o Memorias de un Ventrílocuo, que teniendo pasajes notables, son desparejos, como si les hubiera faltado tiempo o sobrado apuro (no sabemos si por necesidades propias o presiones editoriales). Tierra Amarilla, su último libro parece mejor,.

Poli Délano es un “histórico”, con una obra amplia reconocida en Chile como en el exterior (Ceibos acaba de publicar una selección de cuentos –Según pasan los años- realizada por el nortemaricano John J. Hassett y Como si no muriera nadie ha sido traducida y publicada en Nueva York), sólido en sus cuentos y en varias novelas. Con una mirada sobre los mundos populares, cargados de colores, olores y sabores ricos y diversos tamizados por la desventura, desesperanza y derrota. Miradas críticas que es necesario valorar. En contra, posiblemente la falta de algunos “best/seller”.

Entre Marín y Délano

Ambos escritores son continuadores de una tradición literaria chilena –interrumpida con el golpe militar-, donde hay una larga lista de grandes escritores (por ejemplo Alfonso Alcalde y su libro El auriga Tristán Cardenilla, Francisco Coloane, Manuel Rojas…). Una literatura centrada en personajes comunes, del pueblo, que deambulan en las márgenes, que retrata nuestras identidades profundas. Una tradición rica y prolífica que puede ser premiada y estimulada a reactivarse. Un ejercicio que puede ser interesante es leer en forma simultánea e intercalada a ambos autores. Se verá que los puntos en común no son pocos y, al mismo tiempo, aflorarán las diferencias. Ciertamente el ejercicio depende mucho de los librosque se elijan (Por ejemplo Afuera es noche, de Poli Délano, y Tierra Amarilla de Marín, por mencionar los últimos).

Desde atrás pica Lemebel

Pedro Lemebel ha ido entrando desde atrás, picando como el “indio”. Meritos le sobran y su historia es muy conocida desde la desfachatez de “Las Yeguas del Apocalipsis” (en plena dictadura paseándose en cueros a pelo sobre un caballo) pasando por sus crónicas incendiarias y provocadoras, sus “performances” , sus apariciones como “loca” a sus críticas deslenguadas (como esa a Camilo Escalona que es de antología). Lemebel encarna el creador múltiple, al que ha hecho de su vida una obra. Una obra marcada por la valentía (como pocos “machos” han tenido). Un escritor que ha sabido crear un lenguaje propio mezcla de lo popular, del lenguaje marginal, con algo del teatro callejero de los 80 de Juan Manuel Sánchez (en un trío hacía de un mayordomo homosexual junto a una sirvienta y una aristócrata), con palabras y expresiones de las abuelas y toques de alguien culto.

Su obra es solida y muy variada. Es un símbolo de la resistencia a la dictadura, de la lucha por la inclusión y los derechos de las minorías sexuales (cuando la mayoría planteaba que había que concentrarse en luchar contra la dictadura, él planteaba una lucha amplia donde hacía visible a homosexuales y marginales, y en especial a homosexuales marginales), explicitando desde siempre ser homosexual (una valentía que se ve en pocos). Algo en boga en los últimos años y que sigue siendo tema pendiente (No es aventurado que facilitó muchas luchas y que muchos salieran del “closet”). Sus crónicas han sido publicadas por la Universidad Diego Portales (casa de estudios que a reeditado a Enrique Lihn o Nicanor Parra, entre otros, lo que es en sí un reconocimiento). De obtener ser galardonado, sería el primer Premio Nacional de Literatura abiertamente homosexual.

En este clásico, la (ex) yegua corre con ventaja, pero este es un cásico que resuelve un jurado…

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La lucha se vislumbra dura, con varios candidatos en pugna y con Lemebel entrando por los palos…

Los nombres son varios, cada cual con sus méritos que, el particular jurado (que no discutiremos aquí si es el mejor a estas alturas de la historia), deberán sopesar para elegir a uno.

Antonio Skármeta, Germán Marín, Poli Délano han sonado los últimos meses. Pero Pedro Lemebel puede –y tiene argumentos e historia- desarmar el “naipe”, muy consecuente con él, dado a “revolver el gallinero”.

También suena Patricio Manns, con doble postulación al estar también en Artes Musicales. Aunque parece poco presentable que le den el premio de literatura sin haber obtenido el de Música… más allá de si es competitivo o no en literatura.

Algunos candidatos

Antonio Skármeta se destaca por su gran labor difundiendo el libro, las letras y la lectura en programas de televisión que hicieron historia. Y por tener algunos títulos que son hitos en nuestra literatura, como el cuento El ciclista del San Cristóbal y el famoso cartero (Ardiente paciencia o El cartero de Neruda) que ha inspirado tantas obras sobre el poeta (en particular Il Postino, con la notable actuación de Massimo Troisi). Un texto que crea un Neruda creible y humano, genial y cercano. También en su juventud partició en teatro. Pero su obra, a nuestro entender, hace mucho tiempo que no tiene grandes obras. Algunos encuentran su literatura ingeniosa, llena de juegos de frases y palabras, pero un tanto liviana. Otro punto que puede jugar en contra es su cercanía política con el gobierno (la Concertación), cercanía que puede favorecerlo o “quemarlo”.

Germán Marín tiene una gran producción, con algunos títulos notables, como Ídola, a nuestro entender un texto fundamental que mezcla una mirada ácida a nuestra sociedad con toques surrealistas y pinceladas kafkianas. Pero, por alguna razón, ha publicado demasiado en los últimos años, con títulos como Guarén o Memorias de un Ventrílocuo, que teniendo pasajes notables, son desparejos, como si les hubiera faltado tiempo o sobrado apuro (no sabemos si por necesidades propias o presiones editoriales). Tierra Amarilla, su último libro parece mejor,.

Poli Délano es un “histórico”, con una obra amplia reconocida en Chile como en el exterior (Ceibos acaba de publicar una selección de cuentos –Según pasan los años- realizada por el nortemaricano John J. Hassett y Como si no muriera nadie ha sido traducida y publicada en Nueva York), sólido en sus cuentos y en varias novelas. Con una mirada sobre los mundos populares, cargados de colores, olores y sabores ricos y diversos tamizados por la desventura, desesperanza y derrota. Miradas críticas que es necesario valorar. En contra, posiblemente la falta de algunos “best/seller”.

Entre Marín y Délano

Ambos escritores son continuadores de una tradición literaria chilena –interrumpida con el golpe militar-, donde hay una larga lista de grandes escritores (por ejemplo Alfonso Alcalde y su libro El auriga Tristán Cardenilla, Francisco Coloane, Manuel Rojas…). Una literatura centrada en personajes comunes, del pueblo, que deambulan en las márgenes, que retrata nuestras identidades profundas. Una tradición rica y prolífica que puede ser premiada y estimulada a reactivarse. Un ejercicio que puede ser interesante es leer en forma simultánea e intercalada a ambos autores. Se verá que los puntos en común no son pocos y, al mismo tiempo, aflorarán las diferencias. Ciertamente el ejercicio depende mucho de los librosque se elijan (Por ejemplo Afuera es noche, de Poli Délano, y Tierra Amarilla de Marín, por mencionar los últimos).

Desde atrás pica Lemebel

Pedro Lemebel ha ido entrando desde atrás, picando como el “indio”. Meritos le sobran y su historia es muy conocida desde la desfachatez de “Las Yeguas del Apocalipsis” (en plena dictadura paseándose en cueros a pelo sobre un caballo) pasando por sus crónicas incendiarias y provocadoras, sus “performances” , sus apariciones como “loca” a sus críticas deslenguadas (como esa a Camilo Escalona que es de antología). Lemebel encarna el creador múltiple, al que ha hecho de su vida una obra. Una obra marcada por la valentía (como pocos “machos” han tenido). Un escritor que ha sabido crear un lenguaje propio mezcla de lo popular, del lenguaje marginal, con algo del teatro callejero de los 80 de Juan Manuel Sánchez (en un trío hacía de un mayordomo homosexual junto a una sirvienta y una aristócrata), con palabras y expresiones de las abuelas y toques de alguien culto.

Su obra es solida y muy variada. Es un símbolo de la resistencia a la dictadura, de la lucha por la inclusión y los derechos de las minorías sexuales (cuando la mayoría planteaba que había que concentrarse en luchar contra la dictadura, él planteaba una lucha amplia donde hacía visible a homosexuales y marginales, y en especial a homosexuales marginales), explicitando desde siempre ser homosexual (una valentía que se ve en pocos). Algo en boga en los últimos años y que sigue siendo tema pendiente (No es aventurado que facilitó muchas luchas y que muchos salieran del “closet”). Sus crónicas han sido publicadas por la Universidad Diego Portales (casa de estudios que a reeditado a Enrique Lihn o Nicanor Parra, entre otros, lo que es en sí un reconocimiento). De obtener ser galardonado, sería el primer Premio Nacional de Literatura abiertamente homosexual.

En este clásico, la (ex) yegua corre con ventaja, pero este es un cásico que resuelve un jurado…