Era un oasis en el punto más seco del desierto más árido del mundo. Vivían de la crianza de cabras, cultivo de forraje, verduras… un pequeño pueblo tranquilo hasta que llegaron las mineras, contaminaron el río Loa y con ello mataron la vegetación y sus aguas dejaron de ser potable.

El agua les llega en camión aljibe y la electricidad sólo se da durante algunas horas.

Hoy se estrena el documental Las cruces de Quillagua, del director Jorge Mazurca.

Un documental desolador desde principio a fin que puede calar profundo. Desde el tener que acostumbrarse a escuchar a sus habitantes con ese hablar cerrado, con una entonación muy particular a ir descubriendo esa desesperanza profunda del destino impuesto y fatal contra el que no se puede hacer nada.

Un filme interesante de ver para darse cuenta o reforzar la idea que vivimos en un país que no es consciente de lo que pasa en él, o que no quiere ver y saber lo que pasa en él… menos en comunidades pequeñas, “insignificantes” para el progreso y el desarrollo, para los índices de crecimiento, de ingresos, de cesantía.

Las cruces de Quillagua, del director Jorge Marzuca, crea conciencia sobre algunos costos de la gran minería, de tener autoridades mediocres, negligentes o incompetentes, y una sociedad individualista, desinteresada.

Las cruces de Quillagua es un llamado, una alerta, y un esfuerzo para crear conciencia con una creación precisa, con buena cámara y tomas acertadas, sin abusos y en un tiempo ajustado.