Familias enteras llevan noches durmiendo en colchones que sacaron a la calle o a los patios de sus casas, por temor a ser sorprendidos por un terremoto de gran magnitud, en medio de la ola de sismos que hay en la capital desde hace cinco días.

“Tenemos noches aquí durmiendo frente al parquecito de la casa, porque vieras cómo se estremece todo esto aquí”, dijo a la AFP Juana Valladares, de 68 años, del barrio Bóer, al norte de Managua.

La mujer ha dormido a la intemperie sobre colchones, junto con su hija, nietos y otros familiares: “Pasamos una noche bien pésima”, comenta.

“Necesitamos un aliento”, agrega Juana, que refleja el desvelo y la angustia que envuelve a miles de capitalinos desde que se iniciaron los temblores el jueves pasado y mantienen en alerta roja al país.

El gobierno llamó el lunes a la población a extremar las medidas de seguridad ante el riesgo de fuertes sismos en la capital de Nicaragua, que está situada sobre una serie de fallas que confluyen en el Lago Xolotlan o Lago de Managua.

Una de esas fallas pasa por la zona donde vive Juana. En la madrugada de este martes, Managua fue nuevamente mecida por dos temblores superficiales, de menos de 4 grados de magnitud, originados cerca del pequeño y rebelde volcán Apoyeque, en las costas del Xolotlán, informo el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter).

“Yo duermo en el patio con mi mamá, mis hermanos y mis primas porque siento pánico cuando tiembla”, contó Luis López, de 37 años.

López aprovecha el día para trabajar en la demolición de los viejos edificios que aún quedan en pie tras el terremoto de 1972 que destruyó a Managua y dejó unos 10.000 muertos y cientos de desaparecidos.

El gobierno decidió la semana pasada demoler las antiguas estructuras y evacuar a lugares seguros a las familias que habitaban en ellas como medida de precaución.

“El peligro no ha pasado”

Durante el día, los capitalinos, con muestras de desvelo, tratan de reponerse y reanudar sus actividades con relativa normalidad, pero en las calles se observa menos tránsito de lo normal y los bancos y centros comerciales cierran más temprano.

La alerta comenzó el jueves pasado tras un fuerte sismo de de 6,2 grados, ocurrido a 10 km de profundidad, a 20 km al norte de la capital, cerca del volcán Apoyeque, seguido el viernes de otro de 6,1 grados, originado a 60 km al suroeste de Managua, cerca del volcán Momotombo.

La alarma en la capital se disparó aún más con un tercer temblor fuerte, de 5,6 grados, que sacudió el domingo a Managua, con un epicentro ubicado cerca de Apoyeque, ubicado a unos 10 kilómetros al noroeste de Managua en la Península de Chiltepe, en la costa de la parte central del Lago de Managua.

Los movimientos han sido seguidos por constantes sismos -más de 1.000 según Ineter- la mayoría de los cuales han tenido su epicentro en el Xolotlán, que bordea a los departamentos de Managua y León (noroeste).

“El peligro no ha pasado, está ahí”, afirmo el director técnico de Geofísica de Ineter, Wilfred Strauss, un alemán que vive hace años en Nicaragua.

Como parte de las medidas de seguridad, el Ejército instaló en Managua y el municipio aledaño de Ciudad Sandino dos hospitales campañas donados por Rusia, que están equipados con quirófanos y salas de consultas especializadas.

El gobierno empezó labores de reconstrucción de viviendas en los poblados más afectados, con recursos estatales, de la empresa privada nicaragüense y la ayuda de países amigos como Ecuador y Venezuela.

En su cuenta de Twitter, el presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Diosdado Cabello, anunció la mañana de este martes que partía hacia Nicaragua para llevar “solidaridad y apoyo” en nombre del gobierno de Nicolás Maduro.

También se mantienen activos los comités del Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres (Sinapred), que integran el Ejército, instituciones de gobierno, la Cruz Roja y los bomberos.