El asesinato de un paciente por parte de otro interno en el servicio de psiquiatría del Hospital Regional de Concepción, dejó en evidencia un problema social que afecta a decenas de familias en la zona. Hoy, se reforzarán las medidas de seguridad y se exigió a las autoridades del Ministerio de Salud tomar cartas en el asunto.

Es difícil entender lo que significa vivir con un familiar que tiene una enfermedad mental. Un trastorno de personalidad o un cuadro psicótico grave hacen una diferencia de vida en tratamientos intensos, necesarios y muy complejos.

Son estos enfermos, estas familias, las que llegan a un Servicio de Psiquiatría penquista que no cuenta con todas las condiciones para trabajar de forma eficiente.

Así lo saben los funcionarios, quienes vieron como se debió acondicionar parte de su edificio por la Reforma Procesal Penal y la llegada de imputados, con vigilancias especiales y tratos que distan de los de un paciente habitual.

Allí ven cómo hay temporadas de falta de medicamentos basales, de escasez de personal.

Adolfo Becar, presidente de la Fenats del Hospital Regional de Concepción, dice que “lo dijimos desde el 2012 y de antes”.

Ahora, los trabajadores están conmocionados por la muerte de un paciente tras ser golpeado brutalmente por otro, de lo que responsabilizan a las autoridades de Gobierno, y exigen que la nueva administración tome cartas en el asunto.

Las autoridades del hospital instruyeron un sumario y manifestaron toda la disposición para colaborar en la investigación.

El adulto mayor que murió a manos de otro paciente el domingo se encontraba inmovilizado, explican en el establecimiento de salud, de acuerdo a los protocolos y medidas de contención.

Tras esto, el director del Hospital Regional, Arturo San Martín, anunció medidas inmediatas.

Intente por un momento ponerse en los zapatos de estas familias que visitan periódicamente el Servicio de Psiquiatría, y verá en este horrendo asesinato, al interior de un establecimiento público de salud, algo más que una una página policial, sino más bien una deuda social.