Un hombre mató a tiros este lunes a un sacerdote jesuita holandés, Frans van der Lugt, instalado desde hace décadas en la ciudad Homs, en el centro de Siria, anunció el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

El sacerdote, de 75 años, había optado por permanecer en el casco antiguo de Homs asediado y bombardeado por las fuerzas del régimen sirio de Bashar al Asad.

El OSDH, una ONG que se informa a través de una amplia red de militantes, no pudo precisar el motivo del asesinato de este sacerdote que llegó a Siria en 1966.

“El pueblo sirio me ha dado mucho, mucha amabilidad, mucha inspiración y todo lo que poseo. Ahora que sufre debo compartir su pena y sus dificultades”, explicó a la AFP en febrero a través de internet.

“Soy el único sacerdote y el único extranjero que queda. Pero no me siento como un extranjero, sino como un árabe entre los árabes”, dijo sonriente.

“Tenemos muy poca comida. La gente en la calle tiene el rostro cansado y amarillo [...] Hay hambruna pero la gente también tiene sed de una vida normal. El ser humano no es sólo estómago, también tiene corazón, y la gente necesita ver a sus familiares”, explicó.

Pocos días después, 1.400 personas pudieron ser evacuadas del casco antiguo de Homs en virtud de un acuerdo entre el régimen y los rebeldes negociado por la ONU, pero este hombre de ojos vivos optó una vez más por quedarse.