La llegada al poder en Kiev de dirigentes que planean darle prioridad a las relaciones con la Unión Europea, y ya no con Rusia, plantea serios problemas al presidente Vladimir Putin, que quisiera mantener a Ucrania en la órbita rusa.

No obstante, dados los fuertes vínculos económicos entre ambos países, Rusia dispone de varios medios de presión para ejercer una influencia sobre la situación política en Ucrania.

Moscú es el primer socio comercial de Ucrania, que depende casi totalmente de Rusia en materia de recursos energéticos. Además, un cuarto del comercio exterior de Ucrania se realiza con su poderoso vecino ruso.

“Rusia está desamparada porque no se esperaba que (Viktor Yanukovich se fuera tan rápido (de la presidencia). Ahora Moscú está en la expectativa porque los que ayer calificaba de ‘bandidos’ hoy forman parte del nuevo gobierno”, recalcó Alexander Konovalov, del Instituto de Estudios Estratégicos.

Las autoridades rusas esperaron hasta el lunes, dos días después de la destitución de Yanukovich, para comentar públicamente lo ocurrido. Así, el primer ministro Dimitri Medvedev estimó que la legitimidad de los órganos de poder en Ucrania planteaba “serias dudas” y el ministerio de Exteriores denunció medidas antirrusas, “métodos dictatoriales y a veces terroristas”.

“En sentido estricto, hoy no tenemos a nadie con quien hablar (…) Si se considera que esa gente que se pasea por Kiev con máscaras negras y kalashnikov es el gobierno, entonces nos será difícil trabajar con un gobierno así”, puntualizó Medvedev.

Por otra parte, el primer ministro fue poco claro sobre la validez del acuerdo firmado en noviembre, el cual otorgaba a Ucrania una rebaja en el precio del gas.

Poco antes, el ministro de Economía, Alexei Uliukaev, había advertido que Rusia aumentaría los aranceles a los productos ucranianos si Kiev se acercaba a la UE. “Lo que le decimos a Ucrania es: por supuesto que tienen derecho a elegir su camino. Pero en ese caso nos veremos en la obligación de aumentar los aranceles a la importación”, declaró.

Prioridad a la Unión Europea:

La primera consecuencia del cambio de gobierno en Kiev probablemente sea la firma de un acuerdo con la UE y el abandono del acuerdo firmado por Yanukovich con Moscú.

El presidente ucraniano interino Olexander Turchinov afirmó que acercarse a la UE era “una prioridad” e instó el domingo a Rusia a respetar “la opción europea” de Kiev. “Estamos dispuestos a dialogar con Rusia y a desarrollar nuestras relaciones en condiciones de igualdad”, agregó.

La anulación en noviembre de la firma de un acuerdo con la UE y un posterior acercamiento con Rusia originaron la crisis que desembocó en la caída de Yanukovich.

El lunes, el ministro interino de Finanzas, Yuri Kolobov, evaluó en 35.000 millones de dólares la asistencia necesaria durante el periodo 2014-2015 y propuso “la organización de una gran conferencia internacional de donantes con la UE, Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras organizaciones financieras internacionales”.

Kolobov no habló en ningún momento de la ayuda prometida por Moscú a Yanukovich -un crédito de 15.000 millones de dólares y una importante rebaja de los precios del gas- dando así a entender que ya no tenía vigencia.

En el plano militar, Rusia también tiene de qué preocuparse, ya que Ucrania podría desear ingresar en la OTAN y revisar el acuerdo relativo a la base de Sebastopol (Crimea), que brinda un acceso directo al Mediterráneo a la flota rusa del Mar Negro.

“Cabe la posibilidad de que Rusia siga brindando ayuda económica a Kiev, pero ello dependerá del respeto al acuerdo sobre la flota del Mar Negro, de la ausencia de negociaciones con la OTAN y del respeto de los derechos de la población rusa de Ucrania”, estimó el analista Fiodor Lukianov.

El lunes, el ministerio de Exteriores ruso lamentó las decisiones “que buscan perjudicar a los derechos humanitarios de los rusos”, aludiendo a la abrogación de una ley adoptada bajo el régimen precedente que hacía del ruso la segunda lengua oficial en algunas regiones.

La nueva situación en Kiev compromete seriamente el proyecto de Putin de crear una unión económica de países exsoviéticos, el cual perdería sentido sin Ucrania, un país de 46 millones de habitantes, con un fuerte potencial agrícola e industrial.