Mujer, negra, con fuerte carácter y hablar franco, de izquierdas, la ministra francesa de Justicia, Christiane Taubira, promotora de leyes como el matrimonio homosexual y una reforma penitenciaria, se ha convertido en el último blanco del racismo.

La campaña que libró en el Parlamento francés para abrir el matrimonio a las personas del mismo sexo en medio de una feroz oposición de los sectores católicos y conservadores no ha hecho más que aumentar la hostilidad contra esta política de 61 años, nacida en Guyana de descendientes de esclavos.

“Encajo el golpe, pero es violento para mis hijos, para mis allegados…”, confesó la ministra el miércoles a una televisión pública después de que la revista de extrema derecha Minute la comparara en portada con un mono.

Unas semanas antes, una candidata del Frente Nacional (extrema derecha) a las elecciones municipales, ha sido expulsada del partido por ello, y una niña durante una manifestación con sus padres contra el matrimonio gay, ya la habían comparado también con una mona.

A los que pretenden “expulsarla de la familia humana”, Taubira les recordó que seguirá luchando por sus valores.

En reacción a estos ataques, que han sido condenados sin paliativos por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos de la ONU, el Partido Socialista (PS) francés ha convocado una manifestación de “defensa de la República contra los extremismos” para el 27 de noviembre en París y un grupo de “ciudadanos” ha hecho un llamado a manifestar el 8 de diciembre.

El historiador Pascal Blanchard explica que “más allá de su persona, de su color de piel, de ser mujer, la derecha y la extrema derecha la han atacado por haber promovido dos leyes, que para algunos nacionalistas, están consideradas como antifrancesas: la del matrimonio para todos, porque ha abierto la ciudadanía plena y entera para los homosexuales, y la de 2001 sobre la esclavitud asimilada al arrepentimiento”.

Christiane Taubira, entonces diputada, dio su nombre a la ley francesa que reconoce a la trata de negros y la esclavitud como crímenes contra la humanidad.

En 2002, fue candidata a la elección presidencial por un pequeño partido radical de izquierda y obtuvo 2,32% de los votos. Algunos la acusaron de haber propiciado el fracaso del socialista Lionel Jospin ante Jacques Chirac y el candidato de extrema derecha Jean-Marie Le Pen.

Energía y poesía

Pero después de que François Hollande la designó ministra de Justicia, la derecha la ha convertido en el blanco preferido de sus críticas.

La reforma penal que ha emprendido para suprimir penas mínimas e instaurar una condena de probación le ha valido acusaciones de “laxismo”.

Pero no sólo de los opositores. Dentro del propio gobierno esta reforma la ha situado en las antípodas del ministro del Interior, Manuel Valls, partidario de la mano dura contra la delincuencia y la inmigración clandestina.

Esta mujer de energía desbordante, con los cabellos trenzados, que suele vestirse con colores vivos, salpica sus discursos de tono lírico con citas de poetas y filósofos y suele devolver cada golpe sin inmutarse.

“Es un símbolo de la superación, un ejemplo para muchos negros”, dice Kenneth Freliho, abogado del Consejo Representativo de las Asociaciones Negras(CRAN).

“Mujer, negra, pobre, ¡qué capital fantástico!” dijo la propia Taubira en su libro “Mis Meteoros”, publicado el pasado año.

Esta pasionaria de ultramar donde en su juventud defendía tesis independentistas, tiene un diploma en Sociología y Etnología afroamericana y es una portaestandarte de la comunidad negra.

Dieciocho meses después de la ascensión al poder de François Hollande y del gobierno de Jean-Marc Ayrault, la ministra de Justicia se ha convertido en una especie de símbolo de una política de izquierda, mientras el gobierno bate récords de impopularidad.