En medio de la polémica por la extensa huelga que enfrenta al diario El Mercurio de Valparaíso con sus trabajadores, incluso las autoridades comienzan a hacerse presentes en la necesidad de que el periódico, el más antiguo de Sudamérica, alcance un acuerdo que permita poner fin al movimiento.

Uno de ellos fue el diputado de Renovación Nacional, Joaquín Godoy, quien hizo un llamado al directorio del matutino para conciliar posturas, más aún cuando este decidió no cursar el pago de los sueldos de mayo a los trabajadores movilizados.

Sin embargo, entre los usuarios de redes sociales llamó la atención la referencia que hizo Godoy a la línea editorial del periódico, definiendo a El Mercurio como un diario que ha defendido históricamente la libertad de expresión.

La afirmación provocó inmediatas reacciones entre quienes recordaron la bullada participación del medio en la caída del gobierno de Salvador Allende y su posterior rol en apoyo de la dictadura de Augusto Pinochet, temática que se aborda en el documental “El Diario de Agustín”, el que también ha hecho noticia por la reiterada negativa de TVN y ARTV a exhibirlo.

Pero existe otro pasaje respecto de la línea editorial de El Mercurio que no todos conocen. Uno que lo enfrentó nada menos que al premio Nobel de literatura y militante comunista, Pablo Neruda, relatado en detalle en su autobiografía “Confieso que he vivido“.

La siguiente es la narración del vate, consignada en la página 401 de su libro:

Con frecuencia los críticos de libros se prestan a complacer las ideas de los empresarios feudales. En el año de 1961, por ejemplo, aparecieron tres libros míos: Canción de gesta, Las piedras de Chile y Cantos ceremoniales. Ni siquiera los títulos fueron mencionados por los críticos de mi país en el curso de todo el año.

Cuando se publicó por primera vez mi poema Alturas de Macchu Picchu, tampoco se atrevió nadie a mencionarlo en Chile. A las oficinas del periódico chileno más voluminoso, El Mercurio, un diario que se publica hace casi siglo y medio, llegó el editor del poema. Llevaba un aviso pagado que anunciaba la aparición del libro. Se lo aceptaron bajo la condición de que suprimiera mi nombre.

- Pero si Neruda es el autor – protestaba Neira.
- No importa – le respondieron.

Alturas de Macchu Picchu tuvo que aparecer como de autor anónimo en el anuncio. ¿De qué le servían ciento cincuenta años de vida a ese periódico? En tanto tiempo no aprendió a respetar la verdad, ni los hechos, ni la poesía.