Una vez más esta semana lo que más importa son las noticias del Oriente Medio y su contexto en la economía mundial; en la deriva de Estados Unidos a transformarse en un régimen policial y autoritario; y, invariablemente, en aquello que realmente es importante para quienquiera que tenga suficiente inteligencia, es decir, la carrera suicida hacia la destrucción planetaria.

Podemos partir con un dato concreto que recién el sábado fue difundido por la revista científica Live Science. Fíjese que, forcejeando como zombies por hacer crecer las economías y el consumo, ya la concentración de anhídrido carbónico en la atmósfera superó las 400 partes por millón. Y, oiga, esa densidad es la más alta que se haya registrado en nuestro planeta en los últimos dos millones de años.

Las mediciones vienen siendo realizadas desde hace 55 años en la estación de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos, ubicada en Hawaii, y contempla el análisis de muestras geológicas, de organismos fosilizados y de vegetación arcaica, que contienen claves químicas muy definidas y reales.
De hecho, el informe oficial de esa institución del gobierno de Estados Unidos, señala que la densidad de 400 partes por millón, hace algo más de dos millones de años, corresponde a un período sumamente cálido, cuando incluso Groenlandia y prácticamente todas las tierras del círculo polar ártico, estaban cubiertas de bosques.

Asimismo, el nivel de los mares en esa época era de 10 a 20 metros más alto que su nivel actual. Es decir, un nivel que sumergiría la mayor parte de las actuales tierras más ricas y productivas para la agricultura y donde se concentra la mayor densidad de población humana.

Ese enorme nivel del mar y una geografía selvática y tropical, se produjo a lo largo de unos 20 mil años de recalentamiento natural, a velocidad natural. En cambio, el recalentamiento actual muestra que en apenas diez años, la temperatura y la saturación de gases puede volverse equivalente a lo que antes había tardado 7 mil años.
Y por supuesto, eso hace temer que ahora el recalentamiento pueda acelerarse todavía más.

Y un detalle: está absolutamente establecido que la saturación de la atmósfera con gases de efecto invernadero, es indudablemente producto de la actividad humana. De las fábricas, los medios de transporte, la generación de electricidad y el consumo de bienes materiales.

Escucha la crónica completa de Ruperto Concha a continuación: