Laurence Golborne es un independiente, no cree en Dios y dice que está en búsqueda de algo en términos de fe. Está en contra del matrimonio homosexual y del aborto, sin embargo, en primera instancia se había manifestado favorable.

El ex titular de Minería, viene del mundo de los negocios, es decir, sabe cómo administrar bienes y servicios, no por nada estuvo en la gerencia de Cencosud, misma instancia que lo dejó fuera de la carrera presidencial.

Pero administrar no es política. Para la política hay que ser hábil y Golborne nunca lo fue en ese ámbito. La cercanía con la gente no es política. La política de verdad está dentro de los mismos partidos, donde hay que luchar con las disidencias, donde a veces negociar no sirve y el muñequeo político va de la mano con los favores y la memoria frágil.

La carrera de Laurence Golborne está basada en la casualidad. Primero nunca pensó ni buscó ser ministro de Estado. La primera tarea fue administrar la cartera de Minería, luego se le sumó Energía y terminó en Obras Públicas.

Producto de otra casualidad, tuvo que liderar y coordinar equipos para rescatar a 33 mineros que quedaron atrapados a 700 metros de profundidad, ahí ganó su máxima popularidad.

En la mina San José siempre se mostró honesto, sensible con las familias de los afectados, y eso lo hizo cercano a la gente. Se le quebró la voz y sufrió como uno más. Pero eso no es política, eso es ser empático, como siempre debería ser.

Respecto a a la UDI, es un partido con disciplina militar, por lo mismo es de extrañar que hayan nombrado a un independiente como su candidato presidencial. Habiendo muchas otras cartas, más políticas, como Evelyn Matthei o Pablo Longueira, UDI’s puros.

Debido a lo anterior siempre existió la presión de sectores de la UDI de nombrar a uno de los suyos, porque quiérase o no, tener a Golborne como candidato de la UDI era como tener de Cardenal al más ferviente Ateo.

Golborne siempre fue demasiado RN para la UDI y muy independiente para RN, además en el partido del Presidente de la República prefirieron a uno de los suyos, con trayectoria e historia en sus filas, Andrés Allamand.

En la UDI, partido siempre disciplinado a pesar de los cuestionamientos por parte de la oposición y su cercanía con la dictadura de Augusto Pinochet, no dudaron en hacer desechable al ex ministro de Obras Públicas y apenas salieron a la luz eventuales irregularidades de Laurence Golborne, lo llamaron a terreno y le pidieron explicaciones.

El caso Cencosud alimentó las primeras suspicacias de los UDI más tradicionales y luego con el caso del “paraíso fiscal”, se dieron cuenta que el partido correría mucho riesgo, más aún por alguien que no es de sus filas, con alguien que no es de sus camaradas, entonces el costo político podía ser muy alto.

Por lo mismo Golborne se quedó sin la oportunidad de ser presidente. Todo eso aparte de la “repasada” que le dio Andrés Allamand, por los casos ya mencionados y de la salida “limpia” que buscó el ex ministro al decir que sin primarias no estaría dispuesto a correr en la presidencial.

Pero como todo en su carrera política fue parte de la casualidad, casi del azar y la suerte, nunca tuvo la oportunidad para demostrar que podía ser político. Intentó hacerlo, en un partido prestado, tradicionalista y conservador donde todo era muy contrario a las propias creencias y convicciones del ahora ex candidato.

Golborne fue víctima de sus propias decisiones, se vistió de ministro de varias carteras y se creyó el cuento de ser presidente, pero no contaba con que la política lo obligaría a disfrazarse de un UDI que nunca pudo ser.

El gran problema de Golborne es que nunca fue UDI. Siempre hubo una carta, o varias, bajo la manga, una de ellas, Pablo Longueira, quien ahora asume el puesto como un pura sangre del partido, un Pinochetista, dirigente estudiantil designado, admirador de Jaime Guzmán.

Óscar Valenzuela, periodista de Radio Bío Bío de Concepción.