El jueves 11 de abril parte el XXIX Festival de Cine Latino de Chicago, con más de 100 producciones del continente, además de España y Portugal.

Cinco films chilenos llegan a este consolidado encuentro, con el apoyo de la DIRAC y nuestro Consulado en la ciudad estadounidense.

Nació como una modesta iniciativa cultural, hace 29 años, proyectando sobre un muro en la ciudad de Chicago, una decena de películas de realizadores latinoamericanos. Con el tiempo, fue creciendo el promedio de 500 espectadores que asistía a estas funciones y la idea tomó forma como el Festival de Cine Latino de Chicago, pasando a ser una de las actividades más importantes del Centro Cultural Internacional Latino de Chicago (ILCC). Esta institución de perfil multicultural, está dedicada a difundir el conocimiento de la cultura latina a través de la educación y las más diversas manifestaciones artísticas.

Este mes de abril, llega una nueva versión del Festival de Cine Latino de Chicago, cuyas principales actividades tendrán lugar en el AMC-Loews Theatre de esa ciudad norteamericana. Es un certamen no competitivo pero desde los años ’90, la tradición indica que la audiencia debe elegir sus películas favoritas y producto de su votación, se entrega el Premio del Público.

Un centenar de filmes de América Latina, Estados Unidos, España y Portugal participarán en esta edición, del 11 al 25 de abril. Nuestro país ha contado para ello con el apoyo de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería (DIRAC) y el Consulado de Chile en Chicago. Es así como se organizó el segmento “Cine chileno en acción”, que incluye los films “La pasión de Michelangelo” de Esteban Larraín, “Paseo de oficina” de Roberto Artiagoitía, “Pérez” de Álvaro Viguera, “Las cosas como son” de Fernando Lavanderos y “Ulises Morales” de Víctor Cubillos.

Pepe Vargas, Director Ejecutivo del ILCC y productor de este festival advierte que: “El cine chileno está viviendo un resurgir vibrante y emocionante, como resultado de la conjunción de todos los eslabones de la producción audiovisual privada y, por cierto, del apoyo y estímulo que está recibiendo por parte del Estado, como en este caso la DIRAC y el Consulado de Chile en Chicago”.

Según el profesional, las tecnologías de nuestra era han influido notablemente en este auge: “los jóvenes talentos pueden acceder a medios más baratos y la cinematografía digital está haciendo posible que una nueva generación pueda compartir su creatividad, lo que nuestro festival recibe con los brazos abiertos”.

Del cine chileno, Vargas destacó precisamente el surgimiento de nuevas voces, como también el regreso a escena de directores consolidados (Gaviola, Littín, Justiniano, Perelman). Asímismo, se refirió a los contenidos: “Me parece también muy saludable que el cine chileno ya no se aferra a un tema o género, y es ahora tan diverso en sus propuestas como el cine español, el francés, el japonés y hasta el estadounidense”.

El espíritu de este festival queda reflejado en las palabras de Pepe Vargas: “Para nosotros ‘latino’ implica Iberoamérica y también los Estados Unidos, sin dejar de lado aquellas películas que se realizan en cualquier lugar del mundo, cuyo tema tenga algo que ver con cualquiera de nuestros países. Yo soy colombiano, viví y me formé en Argentina, también viví en Chile y México, y por muchos años he estado conectado desde muchos aspectos a Latinoamérica y España. No me interesa ningún país, incluso el mío, ni más ni menos que cualquiera de los demás”.