Una preocupante y no acostumbrada judicialización de problemas entre superiores y subalternos en las Fuerzas Armadas y de Orden, inquieta por las consecuencias que podría tener en la disciplina interna entre los uniformados chilenos, hasta ahora, caracterizados por una extrema verticalidad del mando

Basta recordar otros tiempos cuando un Comandante en Jefe se puso frente a un tanque sublevado contra el Gobierno de Salvador Allende, en agosto de 1973, y ordenó dar media vuelta y volver al Regimiento Tacna en Santiago, y así se hizo.

Pero ahora, un General denuncia por injurias a su Comandante en Jefe luego que lo dieron de baja en la FACh en Santiago, y un cabo presenta un Recurso de Protección, en la Corte de Apelaciones de Concepción, contra el comandante de su buque atracado en Talcahuano acusándolo de acoso laboral. A diferencia del primer caso, el de ahora y en los de más adelante, hay personal en actividad.

El efectivo de la Armada estaba con licencia médica y con reposo en su casa tras sufrir una lesión a bordo, siendo sorprendido por un oficial de su buque en el Mall Plaza del Trébol de Talcahuano paseando. Atención, porque el sargento, en servicio activo, se hizo acompañar nada menos que por el presidente regional de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

El caso pasó al olvido porque pocas horas después, el prefecto de Carabineros de Concepción, coronel Leonardo Galaz, presentaba en la misma Corte de Apelaciones de la capital del Bío Bío otro recurso contra sus jefes directos, el general Eliecer Solar, Jefe de la Octava Zona Policial.

El coronel Galaz logró una órden de no innovar, por lo que Solar debió reintegrarlo al servicio tras suspenderlo mientras se investigaba una denuncia tras ser detenidos dos subalternos que causaron un incendio forestal cuando limpiaban un predio de su jefe en Pucón.

Suma y sigue. Un sargento con 13 años en el Ejército, que prestaba servicio en el Regimiento Tocopilla en Antofagasta, debe irse de la institución por ser gay y también va a los tribunales ordinarios reclamando se ordene su reincorporación. Frente a los medios, usa el seudónimo “Cristian” y pide que no lo muestren y distorsionen su voz.

Y hay más. El cabo Omar Figueroa es expulsado de Carabineros el 27 de abril, día de la institución, luego de descubrirse un mensaje amenazante en su cuenta personal de Facebook contra su jefe en la Comisaría de Pucón, cuenta restringida a sus amigos, pero se supo y es público, según la Corte de Temuco.

El descubrimiento del comentario lo hicieron servicios policiales de control interno y unas muy novedosas “Patrullas Virtuales” que revisan la redes sociales, y que también ya han logrado éxito en el combate del delito común.

En Tomé, un cabo de Carabineros llega hasta la Corte Suprema para presentar una acción legal contra el Prefecto de Talcahuano al que acusa de excederse en sus atribuciones por eliminarlo de la institución – cree – en forma arbitraria.

No deja de llamar la atención la tendencia y el fuerte empoderamiento, en circunstancias que para todos y cada uno de los casos, hay vía interna en los que el personal uniformado ya no confía, al parecer, porque no son escuchados ni se les hace justicia. Uno de los afectados que prefirió la justicia civil dijo: “No me iba a quedar esperando que averiguaran el sexo de los ángeles”

Hay una suerte de divorcio entre oficiales y el personal –incluso al interior del cuerpo de oficiales, incluyendo al Alto Mando-, que ya es hoy un dolor de cabeza para los jefes y los responsables de la imágen pública de instituciones que, se estima, son la reserva moral de la Patria.

¿Qué se puede esperar de un cabo o un suboficial, si un General de la República denuncia por injurias, a su Comandante en Jefe, en la Fach?

La pista se pone pesada, muy pesada y mayor será el problema si la ola aumenta en personas que, en el momento más solemne de sus carreras, juran frente a la bandera “obedecer con prontitud y puntualidad las órdenes de mis superiores”.