Esta semana causó un importante revuelo el homenaje que el próximo lunes realizará el alcalde de Providencia Cristián Labbé, al brigadier en retiro del Ejército Miguel Krassnoff Martchenko, que formó parte de la DINA y la CNI, además de estar a cargo, durante el inicio de la dictadura militar, de la seguridad de Augusto Pinochet.

El motivo de la ceremonia es el lanzamiento de la cuarta edición del libro “Miguel Krassnoff: prisionero por servir a Chile”.

La noticia de inmediato originó repudio, principalmente de agrupaciones ligadas a los Derechos Humanos, pues se trata de un reconocimiento a un ex militar que registra 20 condenas con penas que van más allá de los 100 años de cárcel por violaciones a los DDHH.

Sin embargo, la polémica abrió otro flanco, cuando desde La Moneda una de las asesoras de Sebastián Piñera señaló que: “(el presidente) nos ha solicitado expresamente manifestarle sus felicitaciones y sus mejores deseos de éxito…”

Ante esto, rápidamente el Gobierno reaccionó asegurando que se trató de un “lamentable error” y que “los términos de dicha respuesta no fueron autorizados por el Presidente de la República”.

Consignar que el “lamentable error” le costó el puesto a la encargada de la Dirección de Gestión Ciudadana de la Presidencia, Andrea Ojeda.

Los ciudadanos pueden estar a favor o en contra de lo sucedido el 11 de septiembre de 1973. Algunos pueden justificar lo ocurrido en que se estaba al borde de una guerra civil, que la crisis económica, social y política no daba para más.

Otros pueden excusar incluso que Salvador Allende no fue elegido con mayoría absoluta, por lo cual su Gobierno no era legítimo. En fin, argumentos que hemos escuchado a lo largo de los años y que cada persona tiene derecho a creer o no.

Pero lo que no resiste justificación, es por supuesto la violación a los derechos humanos durante el régimen de Augusto Pinochet. No cabe en la mente que se necesite de la tortura, secuestro, prisión, muerte y exilio, para recomponer un país que estaba dividido.

Según el informe Rettig y el Informe Valech, al menos unas 35.000 personas fueron detenidas, 28.000 de ellas sufrieron torturas, 2.279 fueron ejecutadas y 1.248 corresponden detenidos desaparecidos.*

Lo anterior fue suficiente para provocar una herida indeleble en el alma de nuestro país, que tras lo sucedido con Miguel Krassnoff, queda claro que está lejos de cicatrizar.

De ahí la rápida reacción del Gobierno para desmarcarse del homenaje, y que dejó como damnificada visible a la asesora Andrea Ojeda.

Y aunque algunos insistan en negar los hechos, es difícil que alguna vez se olvide lo sucedido durante los años oscuros del régimen militar y que ha sido negado por quienes protagonizaron estos deleznables hechos.

El propio Krassnoff en una carta que envió a los medios el año 2005, asegura que “hoy el destino nos castiga injustamente, a través de manos que no han sabido comprender cabalmente su misión ni sus responsabilidades propias. Pero el destino es esencialmente modificable, todo cambia, y todo es transitorio”.**

Lo que nos queda como país es seguir fortaleciendo una democracia que no genere excusas para repetir lo sucedido en nuestro 11/S. Puede que los resabios de la dictadura sigan doliendo, pero que ese dolor sirva para construir un futuro con la memoria viva y sin violencia.

Tal como lo decía el Cardenal Raúl Silva Henríquez***:

“Hemos dicho que la violencia no genera sino violencia y que ese no es el camino de hacer una sociedad más justa y mejor. Hemos dicho a nuestro pueblo, a nuestras
autoridades que no se puede faltar a los principios de respeto al hombre, que los derechos humanos son sagrados, que nadie puede violarlos”.

* Informe Rettig
** Carta de Miguel Krassnoff, descárgala aquí
*** Memorias para construir la paz.