Hace unos días viajando en el transporte colectivo me tocó observar una curiosa situación. Una joven con un evidente exceso de peso estaba sentada sola hacia la ventanilla, dejando el asiento contiguo vacío.

A medida que fue avanzando en el trayecto, la micro fue llenándose hasta que sólo quedó desocupado ese asiento junto a la niña. Siguieron aumentando los pasajeros hasta repletar el pasillo todos de pie, sin que alguno quisiera sentarse en ese puesto hasta que la chica bajó en un paradero.

Me gusta Chile y su gente. Creo sentirme identificado con mi patria, aunque evidentemente hay situaciones que nos hacen pensar hasta qué punto dejamos traslucir nuestros defectos.

En los últimos días se ha hablado hasta el hartazgo de la discriminación, que en nuestra larga y angosta faja de tierra hay ciudadanos de primera y segunda categoría, y así hasta el infinito.

Pero lo concreto es que somos discriminadores casi por naturaleza en todo ámbito, estando expuestos al constante escrutinio público de acuerdo a cómo hablamos, vestimos, olemos, caminamos, hacemos y pensamos.

En la declaración universal de los Derechos Humanos, en el artículo 2 en su inciso primero se indica que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

En otras palabras, cada uno tiene libre albedrío de pensar como le plazca y actuar en consecuencia, sin embargo claramente hay patrones que se consideran transgresores y que provocan la inmediata reacción negativa en el resto, que ante lo desconocido o que no comprende, simplemente lo aíslan.

De esta forma es común ver situaciones de desprecio o indiferencia ante quienes escapan a los patrones comunes, como por ejemplo los niveles de agresión a quienes repudian el matrimonio homosexual.

Entre tantos temas país que se pudieran comentar, he preferido hacer mención a este mal hábito que tenemos como chilenos ¿la razón? no es algo que se comente a menudo a pesar que en el día a día vemos discriminación por todas partes.

Puedes estar en desacuerdo conmigo y espero que lo estés, pero no olvides que tengo derecho a pensar distinto sin temor de ser aislado.