Con su oposición a la adhesión de un Estado Palestino en la ONU, Barack Obama ha sido acusado de haber sacrificado sus esfuerzos por lograr la paz en Medio Oriente para reconquistar el voto de los electores judíos, a un año de las elecciones presidenciales en EEUU.

Los sondeos y la historia electoral invitan, sin embargo, a relativizar estas acusaciones. Por un lado, el electorado judío parece poco propenso a dejar de votar a los demócratas, a quienes apoya tradicionalmente. Por el otro, las relaciones de un presidente estadounidense con Israel no parecen ser un elemento decisivo para determinar el voto de los electores.

El equipo de campaña de Obama teme que el presidente dilapide una parte de su capital político, ya erosionado, en la reactivación de un moribundo proceso de paz.

El voto del electorado judío no representa más que el 2% del total, pero puede resultar decisivo en Estados como Florida o Pensilvania, determinantes para el resultado final de las elecciones presidenciales.

Las relaciones de Obama con los electores judíos han sido estudiadas varias veces por los observadores políticos teniendo en cuenta los puntos de vista enfrentados que han sostenido el inquilino de la Casa Blanca y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, principalmente sobre la cuestión de la colonización.

En septiembre de 2010, Obama pronunció un discurso desde la tribuna de la ONU donde expresó su deseo de que se adhiriera a la organización un Estado Palestino en el plazo de un año. El pasado mes de mayo, la petición de Obama de retomar la negociación para crear un Estado Palestino sobre las fronteras anteriores a la guerra de 1967 causó mucho descontento en Israel.

Estos posicionamientos públicos parecen haber tenido un coste político para el presidente estadounidense.

Elegido con el 78% de los votos del electorado judío en 2008, Barack Obama no reúne ahora más que el 54% de opiniones favorables entre este sector de la población.

La reciente derrota electoral en un distrito de Nueva York de voto tradicionalmente demócrata, donde al presidente le llovieron las críticas por su actitud “despectiva” hacia Israel, ha subido la moral de los republicanos, que comienzan a creer en sus posibilidades entre el electorado judío.

En una columna publicada en el Wall Street Journal, el editorialista conservador Dan Senor consideraba que Obama “perdía al electorado judío” a causa de su balance diplomático, el más desfavorable hacia Israel de un presidente estadounidense desde hace generaciones.

Para los dirigentes demócratas, sin embargo, esta elección parcial en un distrito de Nueva York -en la que los electores judíos ortodoxos han desempeñado un papel preponderante- no tiene el valor de un test a nivel nacional, pese a que sus adversarios republicanos están haciendo todo lo posible para obtener beneficio del descontento de los electores judíos hacia Obama.

En este contexto, varios especialistas han visto en el reciente discurso de Obama ante la ONU, en el que ha hecho una referencia destacada “al nexo indiscutible” entre Israel y Estados Unidos, una motivación más relacionada con la política interior estadounidense que con otros aspectos, acusación de la que se defiende la Casa Blanca.

“La idea de que el apoyo o los votos de los judíos se están distanciando de Barack Obama es simplista”, relativiza Jeremy Ben-Ami, presidente de J-Street, un grupo de apoyo a Israel orientado a la izquierda.

“Desgraciadamente, creo que la manera en la que la administración Obama gestiona esta cuestión (la de las relaciones con Israel) está contaminada por el hecho de que ellos piensan que tienen un problema” (con el electorado judío), continuó Ben-Ami.

No obstante, el 54% de opiniones favorables que recoge Obama entre el electorado judío es 10 puntos superior a las que reúne entre el total de los electores del país.