Como si se tratara de una conspiración, cuando el Toxoplasma infecta un roedor, es capaz de manipular sus instintos sexuales para dejarse atrapar y ser comidos por los gatos, pudiendo así llegar a los intestinos felinos, su hospedaje favorito.

Científicos de Stanford determinaron que cuando una rata percibe a una hembra en celo, se activa cierta zona del cerebro, la misma que este parásito lograría activar cuando el roedor percibe el olor de la orina de gato, según postula Patrick House, candidato a doctorado en neurociencias en la Facultad de Medicina.

De esta forma, el roedor sufre un descontrol que le lleva a sentirse atraído por el felino, quien aprovecha la guardia baja y atrapa a su víctima.

El maquiavélico plan del Toxoplasma resulta exitoso cuando logra llegar hasta los intestinos felinos, único lugar donde puede reproducirse, según precisa el Science Daily.

Este parásito es más común de lo que se piensa y cerca del tercio de la población mundial está infectada con él, sin embargo no produce alteraciones a la salud, salvo a personas con problemas inmunológicos o embarazadas, quienes podrían sufrir ciertas complicaciones.

House dice que los seres humanos adquieren el Toxoplasma por comer carne mal cocida o ingerir partículas de excremento de gato, lo que a su juicio es más común de lo que la gente sabe o quiere admitir.